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CÓMO LIDIAR CON NUESTROS MAESTROS

Aaayyyyy, parceros. Qué problemita… ¿Cómo hace uno para lidiar con esos “maestros”? Esas personas que uno se va encontrando por la vida y que mmmmm… le desalinea a uno los chakras, jejjeje. Yo sé que no me pasa solo a mí, por eso aquí les compartiré algunos consejillos que les pueden servir para sobrevivir a esos personajes .

No me refiero precisamente a los maestros o profesores de la escuela, sino a esos personajes que, de acuerdo con el mundo espiritual, han llegado a nuestra vida a enseñarnos o mostrarnos aquello que debemos aprender o experimentar.

Por lo general, son personas difíciles que nos retan. Unos verracos que lograr sacar lo peor de nosotros y desestabilizar nuestra vida. Y parte del proceso es, precisamente, aprender a enfrentarlos, tratarlos, manejarlos, dominarlos, jejjee, o como ustedes le quieran llamar.

Cuáles son los maestros con los que debemos lidiar

Algunos de estos maestros nos enfrentan a situaciones de dolor porque en nuestro interior hay algo que debemos reconocer y aceptar para liberar. Sin embargo, no siempre son maestros desde el dolor, también los hay desde el amor; personas que llegan a enseñarnos a amar, a ser más generosos, más honestos, más coherentes, más justos.

El caso es que sea del tipo que sea, los maestros están en nuestra vida para mostrarnos aquello que debemos aprender como, por ejemplo, dominar nuestros impulsos, saber guardar la calma, ser más humildes, aprender a tomar decisiones.

Pero parceros, aquí me quiero concentrar en los maestros que nos causan daño o alteran de forma negativa nuestra vida. Es importante reconocerlos porque, como dicen por ahí, el maestro aparece cuando el alumno está preparado.

Así que en los momentos de nuestra vida en los que nos enfrentamos a situaciones y personas difíciles que creemos que nunca nos quitaremos de encima, lo que en realidad sucede, aunque aún no nos hayamos dado cuenta, es que estamos preparados para hacerlo y tenemos en nuestro interior las herramientas para lograrlo.

APRENDER A LIDIAR CON NUESTROS MAESTROS

Pero entiendo que saber esto que suena tan bonito y romántico no es suficiente para aguantarse a esos personajes. Por eso parceros, yo les contaré qué pueden hacer en esas situaciones donde quisiéramos mandar a la porra a esos hijuepuchas.

Eso, definitivamente, sería lo más sencillo y gratificante, jejjee. Sin embargo, es todo lo contrario a lo que debemos hacer, porque el maestro no es una persona, sino una situación y puede aparecer en nuestra vida con mil rostros diferentes y no se irá hasta que aprendamos la lección que ha venido a enseñarnos.

Menchito, cómo hago para identificar a esos maestros

Sé que a diario es posible que tengamos que lidiar con algunos verracos que le pueden sacar a uno la piedra, pero no dejan de ser situaciones puntuales y circunstanciales. Los maestros, por el contrario, son esas personas que, de forma constante y evidente, nos desequilibran, nos retan.

Son esos seres que por más que queramos evitarlos no podemos porque pueden ser nuestros padres, nuestra pareja, el jefe, un compañero de trabajo, un vecino, nuestros hijos.

Aquellos que, de una u otra forma, siempre nos hacen reaccionar de maneras que no nos gustan. El contacto con ellos genera en nosotros sentimientos como miedo, angustia, inseguridad, dolor, nos hacen perder la paciencia…

Cuando estos sentimientos se vuelven constantes y de verdad llegamos a sentir que su cercanía es nuestra criptonita, es posible que estemos al frente de uno de estos maestros. Y claro, es importante aclarar que el tema es de doble vía, es decir, tú también puedes ser un maestro del dolor o del amor para esa persona o para cualquier otra.

Cuando nos enfrentamos a estas situaciones en las que sabemos que el otro, por más que intentemos y queramos, nunca va a cambiar, empezamos a reconocer que el que debe cambiar o asumir una postura X o Y, somos nosotros.

CÓMO LIDIAR CON NUESTROS MAESTROS DE DOLOR

Dejamos de ver la paja en el ojo ajeno. Empezamos a mirar hacia dentro. Y ese parceros, es el primer paso para iniciar el aprendizaje y el proceso de transformación para el que ese maestro ha sido puesto en tu camino.

Cuando logras entender eso, ¡¡pum!!!! te adelantas varias casillas en el tablero de juego de la vida. En otras palabras, evolucionas, creces.

Danny, y cómo sabemos qué es eso que nos viene a enseñar ese maestro

Aunque las situaciones que se pueden presentar son miles, voy a hacerte una lista de algunos casos de la vida real, como a mí me gusta, donde se evidencian situaciones que tienen una enseñanza oculta:

  • Tu jefe no hace más que tratarte mal, decirte que no haces nada bien y nunca toma en cuenta tus opiniones. Y tú te mueres de la ira y te provoca mandarlo a la Patagonia por dentro de un tubo.
  • Tu pareja te menosprecia, te hace sentir inseguro o insegura; controla lo que te pones, lo que dices, tus opiniones. Y tú le crees, al punto de que ya no eres capaz de tomar decisiones por tu cuenta; piensas que está en lo cierto, que tú no estás a su altura, que no lo mereces y que te hace un favor al estar a tu lado.
  • Tu vecino hace parranda todos los fines de semana y pone la música a todo taco y no te deja dormir, y tú lo único que haces es ponerte una cabeza en la almohada y pasar una mala noche.
  • Tienes un amigo que lo único que hace es pedirte favores; solo te llama cuando necesita algo de ti. Eso te molesta mucho, pero siempre acuerdes a su rescate y nunca le dices que no a sus solicitudes.
  • Tu hijo te falta al respeto, te grita, se burla de ti y no te hace ningún caso. Tú piensas que es una etapa, que es normal que actúe así y aunque lo regañas, él siempre hace lo que se le antoja.
  • Tu papá se mete en tu vida privada, revisa tus cajones, escucha lo que hablas por teléfono. Eso te genera mucha rabia, pero le tienes miedo, entonces lo único que haces es renegar de él a puerta cerrada.

Danny, entiendo el punto, pero cómo se debe lidiar con estos maestros

Muchas veces la gente cree que las únicas lecciones que se debe aprender son la paciencia, la humildad y la tolerancia. Pero no parceros, no siempre es así. Hay muchas lecciones ocultas y solo nosotros, haciendo un ejercicio real de autoanálisis y reflexión, podremos identificar cuál es la asignatura que tenemos pendiente con la vida.

Por ejemplo, en el primer caso, muchos podrían decir que tu jefe está ahí para que te vuelvas más humilde, entonces lo que tú haces es seguir aguantando día tras día, humillación tras humillación.

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¿Pero, en realidad, tú te creías tan perfecto que necesitabas una lección de este tipo? ¿En serio piensas que es así? O tal vez la actitud de ese jefe es parecida a la que tenían tus padres contigo; o quizá un profesor del colegio o tu director te tesis te trataban igual.

Si identificas que no es la primera vez que te enfrentas a esta situación y sabes que has hecho las cosas bien, y que por alguna razón todos demeritan lo que haces cuando has dado lo mejor de ti, de pronto no es humildad lo que debas aprender, sino que el llamado es a perder el miedo y ser capaz, con respeto, de poner límites, dejar de quedarte callado, frenar lo que está pasando y reclamar tu derecho de hacerte valer.

No siempre no son lecciones. A veces, lo que la vida quiere es que nos movamos

En el caso del vecino parrandero, quizás la vida te esté diciendo que hay que tomar acción, que no puedes esperar a que el parcero se aburra de hacer fiestas escandalosas todos los fines de semana para que tú puedas volver a tener noches tranquilas.

Lo ideal sería hablar con él y si ya no cambia de actitud, queda en ti seguir aguantándote la parranda, entrar en una pelea de poder o tomar decisiones y buscar un nuevo destino. A veces la vida tiene formas asombrosas de llevarnos a hacer cosas que, de otra forma, no haríamos por voluntad propia, por ejemplo, cambiar de lugar de residencia.

IDENTIFICAR QUE NOS ENSEÑANZAN NUESTROS MAESTROS

Sin embargo, en este caso y lo que nos compete en esta entrada, es saber cómo lidiar con nuestros maestros, con esas personas que llenan de negatividad nuestra vida y que ponen en riesgo nuestra salud mental y emocional, bueno y, en algunos casos, hasta física.

Como les decía parceros, la clave es ver si lo que ocurre con esa persona es la primera vez que se nos presenta o si de pronto hemos visto que ese patrón se repite en muchas de nuestras relaciones interpersonales.

Porque es que la vida no se anda con cuentos. Acá no es como en el colegio que uno podía “pasar raspando” o equilibrar una materia con las notas de otra. No no no mis parceritos, acá nos toca aprender sí o sí las lecciones.

Por eso es tan, pero tan importante identificar la cátedra que debemos aprobar en la escuela de la vida para aprender la lección, interiorizar muy bien las enseñanzas y dejar en el pasado a esos maestros.

El tema es entre tú y la vida, no es entre tú y el maestro

La vida nos puede estar mandado a desarrollar la paciencia, el desprendimiento, la humildad, nuestra autoestima, la seguridad, el autocuidado.

El llamado que nos hace al ponernos ese maestro con el que debemos lidiar puede ser a aprender a poner límites, saber reclamar lo que queremos y merecemos; a perder el miedo a hablar; expresar nuestras emociones.

Estoy muy seguro que al aprender nosotros la lección estamos ayudándole a nuestro maestro a aprender la suya. Por ejemplo, el jefe hijuepucha de arriba puede llegar a aprender a respetar. De pronto nunca nadie se ha atrevido a ponerlo en su sitio…

Sin embargo, también puede ser que un día tú te llenes de valor y seas capaz de enfrentarlo; de pedir que te respete y de argumentar la calidad de todo lo que haces y, a pesar de todo, a ese verraco maestro le dé igual.

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De pronto se reirá de ti, te pondrá en ridículo y reafirmará su poder… Pero tú aprendiste a hablar, no te quedaste callado, le reclamaste lo que sabes que mereces. El parcero puede ser que no cambie y ni te escuche, pero la vida sí te está viendo.

La vida sí se da cuenta de lo que has hecho y dirá: “Veo veo, ¡qué maravilla! Este mortal ha aprendido la lección. Ya podemos permitirle avanzar al siguiente nivel».

Y algo sucede: te sale otro trabajo, te cambian de sede, te trasladas de ciudad, tu jefe se va de la empresa. No sé qué, pero algo siempre sucede porque recuerda: al final el tema no es entre tú y el maestro, el tema es entre tú y la vida.

¿Es realmente un maestro o simplemente debo restarle importancia?

Parceritos, hay algo muy importante, no solo para saber cómo lidiar con nuestros maestros, sino para todo en la vida: lo importante es mantener nuestra paz mental. De nada sirve enfrascarnos en una discusión constante con estos personajes y obsesionarnos por darles una lección.

CÓMO RECONOCER Y LIDIAR CON NUESTROS MAESTROS

Recuerden que la lección no es para ellos, noooooo, la lección es para ustedes, para cada uno de nosotros. El otro es simplemente una herramienta a través de la cual la vida nos da cátedra.

Así que parceros, la clave aquí es el verdadero bienestar de ustedes. Hay una frase que me encanta y es que a veces es mejor tener paz que tener la razón.

Ustedes deben enfocarse en cuidar su energía, esa puede ser otra lección. Impedir que las personas o las situaciones los desequilibren; que sean capaces de que, sin importar la tormenta que haya afuera, las aguas de tu interior estén tranquilas.

El foco parceros siempre son ustedes mismos, siempre. El asunto no es con el otro. A veces nuestros maestros podemos ser nosotros mismos. Por eso, lo primero que deberíamos hacer cuando hay alguien que nos irrita es preguntarnos qué es lo que nos molesta de esa persona.

¿Existe algo de raíz, algo profundo? ¿Vale la pena echarle tanta cabeza y gastar tanta energía en esa persona, o puedo quitarle un poco de su poder dejando de ponerle tanta atención? Muchas veces nos enfrascamos en situaciones que son menos graves de lo que creemos.

No me refiero que lo que te pasa no tiene importancia, eso solo lo sabes tú, pero antes de descocarnos pensando en esa persona, vale identificar primero si es real la situación o si simplemente nos estamos obsesionado con ella.

Hay personas que son como son

Parceritos, también hay que aceptar que existen personas que son como son y no necesariamente se trate de un tema personal contigo. Pero es allí donde también debemos reconocer hasta qué punto puedes esperar algo de ellos; qué tanto daño te está haciendo; si tienes forma de protegerte de su energía pesada o si, definitivamente, el tema te supera.

No siempre podemos salir corriendo, a veces lo que nos queda es dotarnos de herramientas para fortalecernos y evitar que otros nos afecten. Esa también es una grandísima enseñanza parceros.

Una de ellas es elegir qué batallas queremos luchar y otra, muy importante, es dejar de ser reactivos. Algunas veces estamos tan predispuestos con esa persona, que vivimos a la defensiva y reaccionamos dejándonos llevar por los impulsos.

Impulsos como responder, pelear o, quizá, llorar. Por eso, antes de actuar instintivamente ante lo que hace o dice ese verraco maestro, es mejor aplicar la regla de contar hasta 10. Sí, el típico conteo que parece muy simple, pero que no siempre es fácil de realizar.

Cuenta hasta 10 y respira antes de responder ese correo, antes de irte al baño a llorar, antes de cambiarte de ropa por hacerle caso a quien te juzga o antes de querer mandarlo todo a la hijuepucha porra.

Nota mental: la rabia es de él, y no mía

Alguien una vez me enseñó a ponerme el en lugar del otro y entender que la rabia, la frustración, el estrés, el miedo y la inseguridad que la otra persona siente y que la hace reaccionar conmigo de una forma negativa, es de ella y no mía.

Por ejemplo, hay jefes que quieren todo para antier; personas para las que todo es un problema; que en lugar de buscar soluciones se enfrascan en encontrar culpables; que actúan desde el temor y por eso viven de mal genio y reaccionan de forma agresiva cuando alguien comete un error o no hace las cosas como a él o ella le gustarían.

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Entonces, la clave es entender que el miedo es de ellos y que la situación, viéndola desde una óptica objetiva y no emocional, no es tan grave; que el problema no es tan apocalíptico y que tampoco el error cometido es tan de vida o muerte.

De esa forma uno logra “desdoblarse”, alejarse de esa situación, verla desde afuera y mantener la distancia para no dejarse contagiar del miedo del otro.

La parcera me contó que con el tiempo logró comprender eso y cuando su jefe actuaba de esa forma, ella se repetía: “el estrés es de ella, no mío”; “la inseguridad que le hace ver una falta grave en el más mínimo error, es de ella, no mío”; “la ansiedad que le produce cumplir con todo es de ella, no mío”, y así sucesivamente.

De esta forma tan sencilla es posible entender que detrás de ese insoportable maestro hay alguien con miedo que proyecta su angustia no procesada en los demás. No sabemos el origen de su miedo o de su inseguridad, pero identificamos que nada tiene que ver con nosotros.

Paso a paso para aprender la lección y dejar de lidiar con esos maestros

Así que parceros, para recapitular, la próxima vez que se encuentren con alguien que ustedes realmente identifiquen que es un maestro desde el dolor, hagan este ejercicio:

  • Pregúntense si es así o si simplemente es alguien que no soportas.
  • Identifica qué puedes hacer tú para que esa persona te deje de afectarte tanto.
  • Analiza si es la primera vez que te encuentran en una situación similar o si, tal vez, es algo que se ha presentado antes en tu vida.
  • Si el patrón de comportamiento se repite, reflexiona e identifica qué es lo que, en definitiva, necesitas aprender.
  • Cuando hayas reconocido la lección que la vida te está pidiendo superar, toma decisiones y actúa.
  • Hazlo de forma reposada, no impulsiva.
  • Recuerda que no se trata de algo personal entre el maestro y tú, sino que es entre la vida y tú.
  • Deja de ver a esa persona como una piedra en el zapato y, por el contrario, reconoce en ella un ser que vino a tu vida para ayudarte a evolucionar, a crecer.
  • Reconoce lo que has logrado. Reconoce que has superado un miedo, una inseguridad, que estabas en deuda contigo.
  • Celebra la prueba superada y la lección aprendida, así como celebramos cuando pasamos una materia o nos graduamos del colegio.
  • ¡Sigue adelante! Te vas a dar cuenta que ese patrón de conducta desaparecerá de tu vida o que, si vuelve, ya sabes cómo enfrentarlo.

¡Gracias, maestro!

Al final, cuando hayas aprendido a lidiar con esos maestros, logres superar la asignatura de la vida y mires para atrás, serás capaz de reconocer lo que esa persona, sin saberlo, hizo por ti. Cómo gracias a ella lograste evolucionar como ser humano y cerrar, de una vez por todas, ese capítulo del libro.

Ahora, es bueno que ustedes mismos reflexionen sobre si tal vez están siendo maestros del dolor para alguien. Recuerden, uno no sabe qué rol juega. A veces estamos del lado del tirano.

Reconocerlo puede servir para que asumamos el rol del de maestros y le ayudemos a la otra persona con su asignatura pendiente, pero que lo hagamos desde el amor, no desde el sufrimiento.

Mis parceros, entonces bien juiciosos a aprobar esas lecciones que a diario la vida nos pone para ayudarnos a evolucionar.

Les mando un fuerte abrazo ome.

Daniel Tirado / #BeachMoney

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