Parceros y parceras qué más pues. Si la vida que tienes no te gusta y si yo te digo que la vida es reflejo de lo que eres, ¿tú qué piensas? Le encuentras algo de sentido a estas palabras o crees que son pura carreta para confundirte más, jejejje.
Bueno, pues hoy vamos a dedicar un ratico a pensar en esto porque contiene la respuesta a la forma en que experimentamos nuestra existencia en este plano terrenal.
Si la vida es reflejo de lo que eres, ¿te gusta lo que ves?
Todos tenemos una parcera o un parcero (que espero que no sean ustedes) a los que siempre les pasan cosas malas. Esos verracos tienen unas historias increíbles que uno dice, pero este man qué hizo en su vida pasada para ser tan de malas ome, le pegó a una monja o qué.
El jefe se la tienen encima, el señor del taxi lo insulta, la novia le monta los cachos, pelea con los papás, se va de viaje y lo paran en inmigración; presta plata y nunca le pagan; los compañeros de la oficina no lo quieren; se queja porque está cansado, o porque está aburrido, o porque nadie lo entiende; en pocas palabras, es el mismísimo bulto´e sal con patas.
Bueno, hay que aclarar que esa es la historia que él cuenta con pelos (vaya uno a saber si es así), señales, detalles, cambios de voz y con tal expresividad que a uno le provoca ponerse a llorar con él, pero ¿¿¿¿qué ha hecho mi amigo para merecer esto, qué, quééé????
En cambio, está la parcera que solo tiene cosas buenas para contar y no es que ande chicaneando de su vida, sino que resulta que su jefe, aunque es de mal humor, se porta bien con la pelada; cuando le pasa algo malo, siempre sucede algo bueno o, al menos, así lo ve ella.“esta mañana casito que le pego a un carro, menos mal apareció un señor y me ayudó”; “mis compañeros son como serios, pero bueno, quién sabe qué problemas tendrán”; “cuando llegamos a inmigración el proceso fue rapidísimo, no hablamos alemán, pero todos nos entendían”; “quién dijo que los franceses son antipáticos, con nosotros fueron una maravilla… bueno, la verdad es que estábamos tan felices que si nos miraron feo ni nos dimos cuenta”.
El mismo viaje, pero el reflejo de dos miradas muy distintas
Resulta que los papás de un parcero se fueron juntos de paseo a Cuba. Era la prima vez que iban a la isla. Cuando regresaron del viaje y nos reunimos con ellos para ver cómo había sido la experiencia eso parecía un capítulo de un programa de humor, no se imaginan lo que yo me reí.
Era difícil creer que los dos hubieran estado al mismo tiempo en el mismo lugar. Inmediatamente que les pregunté que cómo les había parecido el destino los dos respondieron al unísono ¡bieeeeeen, nos encantó! (la mamá), “la verdad no volvería” (el papá), jejejje, fue algo muy gracioso, pero extraño, hasta contemplé la posibilidad de que el viaje hubiera sido una mentira.
Cuando profundicé en las razones y en la experiencia de cada uno era realmente impresionante cómo la visión que tenemos de la vida, de las personas, de la existencia afecta de forma consistente la percepción de la realidad. Realmente la vida es reflejo de lo que somos.
La mamá, nublada por el romanticismo de la revolución cubana todo lo veía maravilloso y le encontraba una justificación a cualquier “pero” que pudiera asomarse en medio de la conversación. Por el contrario, el papá del parcero, para nada afín a la filosofía revolucionaria veía todo lo malo, hasta asuntos que para una persona “normal” podrían pasar desapercibidos.
El mundo no es como es, sino como lo vemos
La señora decía algo bueno y, suácate, el señor resaltaba todo lo negativo. En esa conversación había razones de fondo y era evidente que los argumentos de uno eran emocionales y los del otro netamente racionales. Aunque la opinión del papá estaba legítimamente fundamentada, sin lugar a dudas la mamá se gozó ese viaje de principio a fin y no dejó que lo malo opacara su dicha…
Entre los dos, aunque no comparta todo lo que la mamá del parcero decía, me quedo con su actitud. Sus ojos brillaban de la dicha, narraba cada momento como si estuviera en el lugar de los hechos. Se gozó cada experiencia porque se fue sin prejuicios y porque, a pesar de las razones, dejó a un lado los peros para disfrutar de lleno sus vacaciones.
Ella no iba de periodista ni de juez, iba a recargar su alma, abrir la mente y descansar… En cambio, el pobre papá creo que por andar criticando o evaluando la efectividad o no del gobierno cubano perdió la platica del viaje. El verraco no disfrutó nada pensando en todo lo malo que podía encontrar, en lugar de aferrarse a lo bueno.
Esta historia de la vida real (sí señores, es de la vida real, aunque parezca sacado de la ficción) es el mejor ejemplo de cómo la vida no es una verdad absoluta, sino que es el reflejo de lo que nosotros somos.
¿Quieres saber mi opinión de Cuba como destino de viaje? Píllate este video:
Por qué todo lo malo me pasa a mí
La gran duda que me quedó de esa conversación fue cómo carajos esos dos seguían juntos después de tantos años de matrimonio. Ahora ya entiendo algunos de los visibles rayones que tiene mi amigo, jejejje.
Y saben qué es lo más gracioso de todo, que mi amigo tiene un hermano y son así: mi parcero es todo buena onda, positivo y siempre tiene una historia bonita que contar, le encuentra el lado bueno a lo “malo” que le sucede.
En cambio, al hermano le suele salir todo al revés y su energía ya está tan densa y contaminada que, aunque le sucedan cosas bacanas el verraco solo le pone atención a lo negativo porque de esta forma, ya sea consciente o inconscientemente, encuentra argumentos para reforzar su idea de que tiene mala suerte y de que “solo me pasan cosas malas”.
Otro rasgo de la personalidad de esta familia que tengo en estudio (jejjeje, mentiras, aunque sí dan para meterlos al laboratorio y hacer una hijuepucha investigación bien buena), es que cuando mi parcero está triste y con el ánimo abajo siempre siempre busca una forma de salir de su problema.
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Porque no crean tampoco que es de ese tipo de personas que siempre tienen un chiste o una sonrisa en la boca; o que el parcero está desconectado de la realidad y vive en el paraíso, o que solo piensa en su bienestar y no le importa lo que les suceda a los demás. Para nada.
Al contrario. Es un parcero supersensible que intenta mostrarle al mundo que se puede ser feliz y que quisiera que a todos les sucedieran las cosas bonitas que le pasan a él.
Somos los únicos responsables de nuestra vida
Pero bueno, me estoy desviando del tema. Si ven, es que yo veo una mariposa y por poco me voy detrás de ella… Concentradito pues ome.
Les decía que mi amigo siempre está pasando por un mal momento busca una forma de salir de él y, sin importar si alguien le causó daño, lo trató mal o le hizo el feo, él comprende que la responsabilidad de evolucionar y no aferrarse a la rabia o al dolor, es del él.
Que no saca nada en esperar que el otro remedie su error, cambie o le ofrezca disculpas por el daño causado. Él sigue adelante y entiende que no todos tienen porque ver la vida de la misma forma en que él la ve y que, por más que quiera que todos sean felices, no es su responsabilidad que lo sean.
Parceros, esta familia es el mejor ejemplo de que la vida no es objetiva, es decir, que no existe una sola verdad y una sola forma de mirarse, sino que la vida es reflejo de lo que eres, de lo que somos y de lo que queremos ver.
Danny, si la vida es el reflejo de lo que yo soy y no me gusta, cómo hago para cambiarla
Primero parcero, la pregunta no es cómo hago para cambiarLA (vida) sino cómo hago para cambiarME (a mí mismo). Pero no hablo de cambiar de personalidad, es “simplemente” cambiar la mirada y el poder que le otorgamos a lo que nos sucede.
Parece que es lo mismo, pero no. O tal vez sí (espero no estar confundiéndolos, jejjee). Lo que sucede es que cuando hablamos de cambiar la personalidad eso implica que estamos averiados, que estamos mal o que somos defectuosos y no necesariamente tienen que ser así.
Por mi propia experiencia he aprendido que cuando cometemos errores no es porque seamos defectuosos o “pecadores” o malas personas. Los seres humanos somos como un calidoscopio: con los mismos papelitos podemos encontrar muchas imágenes diferentes de acuerdo a los movimientos que hagamos.
Entonces, no es que estemos mal parceros, dejemos de pensar así. Yo estoy convencidísimo de que todos somos buena gente, lo que sucede es que hemos aprendido a reacción ante lo que nos sucede, a defendernos, a responder, a actuar de X o Y manera y, en algunas ocasiones, eso es lo que nos causa dolor o lo que hace que obremos de formas que no nos hacen bien.
Hay que cambiar de gafas, no de ojos
Yo lo que les puedo decir es que lo único que deben cambiar son las gafas o lentes con las que miran la vida, no sus ojos. Cuántas veces estamos de paseo y tenemos puestas unas gafas de sol que tal vez no son muy buenas y cuando nos las quitamos nos damos cuenta de la hermosura de cielo azul que tenemos al frente, vemos los colores de las flores más nítidos y brillantes, vemos el contraste de tonalidades con más precisión.
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Lo mismo pasa con los miopes, cuando se quitan las gafas ven todo borroso y difuminado, cuando se las ponen empiezan a ver con mayor claridad, lo que les da más confianza, seguridad y tranquilidad al caminar.
Cuando nos enfocamos en cambiar nuestra personalidad como si fuéramos defectuosos, repetimos el discurso mental que tanto daño nos ha hecho: “vos estás mal”, “nunca haces nada bien”, “si te pasan cosas malas es tu culpa”, “no eres capaz de ser una persona positiva”, “desde niño has sido un gruñón, ni sueñes con venir a cambiar de viejo”, “para qué te desgastas cambiando, ya es muy tarde para hacerlo”, “deja de estar leyendo esos hijuepuchas artículos que no sirven para nada”, jejejjee.
En cambio, cuando hacemos de esto un ejercicio racional, más que emocional, y somos conscientes de que estamos haciendo la tarea, es muchísimo más probable que empieces a detectar pequeñitos, pero muy significativos, cambios en la forma en que percibes tu vida y tu realidad.
10 pequeñas acciones para cambiar nuestra forma de ver la vida
Parceros y parceritas, el primero de todos todos los que les voy a decir es el más importante. De lo contrario, por más artículos que lean, por más terapias que realicen, por más tratamientos que hagan ninguno va a pelechar, como dirían las abuelas.
1. Asume la responsabilidad de lo que pasa en tu vida.
No esperes a que otros cambien o a que el mundo se enfoque en ti para empezar a cambiar tu percepción. Esto implica, además, saber poner límites. Recuerda que la vida es reflejo de lo que eres, todo depende de ti.
2. Réstale la magnitud a los hechos negativos
En ocasiones, nos gusta exagerar lo que nos pasa para que al contarlo suene más de película y recibamos mayor atención. La próxima vez que vayas a contar algo que para ti fue malo, mérmale a los efectos especiales y pon las cosas en su justo nivel.
3. Es más, trata de dejar de contar lo negativo que te pasa
No te vuelvas un coleccionista de historias para reafirmar tu imagen de víctima de los acontecimientos. Deja de contar lo malo que te pasa porque, sin darte cuenta, buscas lo negativo para, más adelante, tener tema de conversación.
4. Haz el ejercicio consciente de agradecer lo que tienes.
Deja de enfocarte en aquello que te falta. Parceros, yo no sé qué tipo de magia tiene el agradecimiento, pero es absolutamente efectivo. Agradece, así sea, una cosita cada día. Con el tiempo se te volverá una bella costumbra y dejarás de ver como una obviedad todo lo bueno que te sucede.
5. Cuando te pase algo que consideras malo, agradece también
Sé que hay sucesos que son difíciles de agradecer, pero también sé que hay pequeñas molestias diarias que convertimos en una tragedia: se coló alguien en mi final (gracias a mi familia que me educó y me enseñó a respetar al otro); “un hijuepucha señor no llevaba tapabocas y me respiró al lado” (gracias porque yo sí lo tenía puesto); “alguien se pasó un semáforo en rojo y casi me estrella” (gracias porque hubiera podido ser peor); “mi jefe vive de malgenio y se desquita conmigo” (gracias porque yo no soy así y mi corazón está en paz).
6. Sé constante
No empieces a practicar esto una semana y olvides todo a la siguiente. Así no veas resultados hoy, te prometo que los verás más adelante, un día te levantarás y dirás: “woooow, en serio mi forma de ver la vida ha cambiado, todo lo que hice valió la pena”.
7. Trátate con dulzura, paciencia y amor
Si repites patrones viejos, no importa, no estás en una competencia. Reconoce que retrocediste, pero que puedes seguir adelante. Recuerda que dentro de ti hay un niño asustado que busca amor y que necesita ser tratado con paciencia, ternura y dulzura.
8. No te tomes todo personal
Si alguien te grita en la calle piensa que la rabia es de él, no tuya; si en inmigración te paran, piensa que el mundo vive sumergido en el miedo y que el personal de seguridad está asustado todo el tiempo. Cuando uno vive desde el miedo todo es una amenaza. No digo que te pongas feliz, pero no dejes que eso pese más que la bella experiencia que acabas de vivir o que apenas experimentarás.
9. Cuando alguien sea bueno contigo, reconócelo
A todos nos gusta saber que hacemos las cosas bien, a todos nos gusta escuchar un “gracias”. Nadie está en la obligación de darnos un regalo, hacernos un favor, reconocer nuestras cualidades, cedernos el puesto en el bus, recoge lo que se nos cayó, ayudarnos a parquear. Todos necesitamos amor y todos tenemos la posibilidad de darlo.
10. Comparte lo bueno que te pasa
No por chicanear ni por hacer alarde de tu buena suerte, sino para, desde la humildad y el corazón, demostrarles a otros que en la vida sí pasan cosas buenas, que hay otra forma de ver el mundo, que lo bonito pasa en la vida real y a personas normales.
Y la ñapa: sé selectivo con lo que dejas entrar en tu vida
Parceros, es muy importante saber qué está pasando en el mundo porque no vivimos solos y no podemos desconectarnos, pero una cosa es estar al tanto y otra muy distinta es escucharse todos los noticieros donde solo hablan de muerte, de corrupción, de maltrato, de problemas y problemas.
Párale también al rollo negativo de tus amigos, diles que cambien el discurso pesimista y comparte con ellos este artículo…
Parceritos, píllense esta fabula que ilustra muy bien que la vida es reflejo de lo que eres:
Parceritos, la vida es una belleza ome, no dejes que te digan lo contrario.
Se les quiere.
Daniel Tirado / #BeachMoney
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