Parceros y parceras, qué tal si hablamos hoy de cómo encontrar el sentido de la vida. Les cuento que todo este tema del aislamiento, estar quieto en mi casa, concentrado en el Club de las 5 a.m., meditando juicioso y parejo me pone a pensar en muchas cosas…
¿Tremenda pregunta esta de el sentido de la vida, no? Creo que todos nos la hemos hecho muchas veces a lo largo de nuestra vida, a veces, inspirados por lo que estamos viviendo y otras, atormentados porque lo que experimentamos no conversa realmente con lo que alguna vez soñamos para nosotros.
A veces sentimos que los días pasan y pasan sin ningún sentido. Nos levantamos, salimos a la oficina, volvemos cansados en la noche, dormimos y al otro día lo mismo y lo mismo… Llega el fin de semana, compartimos con la familia, con los amigos, llega el domingo, cae la tarde y a eso de las 6 p.m. o 7 p.m. se empieza a formar un remolino en el estómago y un vacío se apodera de nuestra existencia.
Llega el lunes y volvemos a nuestra realidad… Los fines de semana son un oasis que se desean desde el minuto cero de la semana. Trabajamos, estudiamos y vivimos anhelando que llegue el viernes, que llegue un día festivo y que sea momento de salir a vacaciones.
La vida son unos huecos enormes que solo recobra sentido en breves espacios que duran un segundo… Aaaayyyy, qué cosa más verraca… ¿Por qué nos cuesta tanto vivir? ¿Por qué nos pesa tanto la existencia? ¿Por qué no logramos experimentar la dicha de la que tanto hablan?
Danny, dinos cuál es tu secreto parcero
Parceros, qué más quisiera yo que darles la fórmula mágica para resolver todos sus problemas, para que empiecen a experimentar, así como yo, la dicha de estar vivo. Algunos dirán: “Claro Danny, es que vos lo tenés todo parcero, has viajado por todo el mundo, haces plata facilito con el trading, eres famoso”…
¿Y quién dice que todo eso es la causa de mi felicidad en lugar de su resultado? Yo me siento un ser afortunado desde hace mucho rato, desde antes de que el mundo supiera quién soy, desde antes de haberme hecho un nombre.
Esa ha sido mi verdadera riqueza parceros, poder ser consciente del regalo que es vivir, y no por la ausencia de problemas, de vacíos, de momentos confusos, sino que siempre, a pesar de ellos, sabía que el hecho de encontrar dificultades, de pasar por periodos de tristeza o de no dar pie con bola no significaba que yo fuera de malas o que mi vida fuera una chanda, sino que eran momentos, circunstancia, etapas, pero que, en esencia, era un hombre afortunado.
Creo que ahí radica la diferencia, y no les cuento todo esto por chicanear o por dármelas de muy muy, lo comparto porque esa es toda la fórmula de mi felicidad. A veces creemos más fácil en las respuestas complicadas que en las sencillas.
De pronto si les dijera que el origen de mi felicidad es haber ido al Tíbet, pagado un curso de miles de dólares y haber tomado agua de un iceberg del Polo Norte, me creerían más, porque tenemos la concepción errada de que la dicha es un imposible, es algo destinado para pocos y que hay que cumplir una serie de requisitos o de méritos para poder alcanzarla.
Parce dejá de hablar pues carreta ome y háblanos sobre eso del sentido de la vida
Pero no, no les tengo una respuesta complicada, ni una respuesta que dependa de un factor externo o de alguien más que sea el encargado de proveerla… No, todo está adentro de nosotros, todo. Y ni siquiera puedo decirles que se logra con la meditación o el yoga, eso ayuda, claroooo, y muchísimo, pero no quiere decir que solo los que mediten o practiquen yoga son felices.
Cuando hablo de que está en el interior tampoco me refiero a que debemos hacer un ritual para que, ¡por fin!!, salga a la luz… me refiero a que depende de cada uno. Claro, hay circunstancias externas muy duras, muy verracas que dificultan la posibilidad de estar felices y ese es otro tema.
Pero es que parceros, no hace falta una tragedia o estar en la inmunda para sentirnos infelices, deprimidos y desafortunados. Entiendo y respeto que muchos han vivido y están en este momento viviendo experiencias muy duras, pero hay otros que simplemente tienen una vida normal y sencilla y tampoco le encuentran un sentido a su existencia.
Entonces, ¿dónde está, cómo se alcanza?
Cada vez necesitamos más emociones, más experiencias que nos sorprendan. Cuando somos niños y estamos descubriendo el mundo todo nos asombra, nos hace reír o nos asusta. Cada nuevo sabor es una experiencia única, cada cosa que vamos conociendo es mágica.
Con el paso de los años, aunque el conocimiento por adquirir es infinito, encontramos menos cosas que nos asombren y, por el contrario, nuestra necesidad de emociones aumenta. Nos desconectamos tanto de lo que somos, que dejamos de escucharnos y de sentirnos.
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Estamos tan expuestos a estímulos y a promesas de felicidad, que nos enfocamos en alcanzarlas y creemos que el sentido de nuestra vida consiste en ser más inteligentes, más ricos, más poderosos, en ascender en nuestro trabajo, en tener más emociones. Y el sentido de la vida es todo lo contrario, es algo sencillo, simple, sutil, tranquilo, básico. No tenemos que andar obteniendo títulos, ni medallas, ni logros…
Parceros, yo estoy absolutamente convencido de que vinimos a este planeta por decisión propia para experimentar cómo era la vida acá (sí, ya sé, ya sé, pero no, no me la fumé verde, ni morada, ni amarilla). No me pregunten de dónde venimos, no sé si de otro plano, de otra dimensión, de otra galaxia, no sé…
¿Cómo así Danny que esto es un viaje? Qué te estás fumando
Nada parceros, nada me estoy fumando, jejejje. Pero con el tiempo me he vendido la idea de que estamos acá porque con convicción quisimos experimentar qué tal es pasar una temporada como terrícolas. Yo no sé si sea mi alma de viajero la que me hace pensar así, pero no me importan, eso es lo que creo y me gusta creerlo.
Pensar así me ha servido para liberarme de culpas y del miedo de no ser “suficiente”. Porque dentro de mi teoría estoy seguro de que no vinimos a pagar pecados ni a purificar el alma, nada de eso, vinimos a pasar un tiempo parchados en este planeta y no tenemos que hacer ningún mérito para lograrlo.
Nadie nos está exigiendo que cumplamos X requisitos para pasar una prueba o para poder evolucionar, nadie. Hemos sido nosotros mismos los que nos hemos creado unos parámetros y unos estándares y nos hemos exigido cumplirlos a capa y espada cuando lo único que debemos hacer es vivir, vivir a nuestro ritmo, disfrutando de cada día, aprendiendo o estudiando por el placer de adquirir nuevo conocimiento, trabajando por la dicha de compartir nuestros dones, siendo amables por la felicidad que genera hacer a otro feliz, nada más parceros.
La vida no es una prueba. Nosotros cargamos encima un montón de creencias erróneas, ideas de que somos imperfectos, que somos pecadores, que estamos pagando los males cometidos por nuestros tatartaratatararaabuelos, y eso hace que transitemos el mundo con un montón de miedos y de culpas que nos atan y no nos permiten ser felices.
Si tenemos un pasado, una historia familiar y todos estamos conectados, pero eso no tiene por qué determinar nuestra vida ni condicionar lo que hagamos en este viaje.
Mi vida no tiene sentido… pero cuál sentido le estás buscando
Cuántas personas en este momento están deprimidas y cuestionando el sentido de su existencia porque no han “triunfado” en la vida… ¿Y qué es triunfar? ¿Ser el gerente de una empresa, tener una casa enorme, ganar premios y reconocimientos? Parceros, eso lo hemos establecido nosotros, nosotros mismos pusimos las reglas del juego, pero así no es la vida.
Cuántas personas están buscando la manera de irse de este plano porque se sienten solas, porque no cumplen con los estándares que la sociedad ha impuesto, porque tuvieron una pérdida o porque sus días pasan sin sentido… Y saber que toda vida tiene sentido, toda, por sencilla que sea.
Así nadie te conozca, así vivas solo en tu casa, no tengas amigos, pareja, familia, tu vida tiene sentido, tú eres más de lo que ves aquí y ahora. Piensa que estás de viaje, piensa que esta es una experiencia intergaláctica, qué se yo…
No tienes que demostrarle nada a nadie, solo disfrutar de tu viaje de acuerdo con tus propios estándares, no con los que los demás te impongan. Eso sí parceros, así como queremos una existencia feliz debemos ser coherentes y ayudar a que la existencia de otros también lo sea.
No es ir por el mundo causando daño o dolor porque, al final, no por castigo, sino por simple sentido humano, ese dolor que generaste te va a terminar carcomiendo a ti.
La felicidad de dar sin esperar nada a cambio
Porque, además, saben qué he descubierto, bueno, no solo yo sino mucha gente que se dedica a buscar el origen de la felicidad, y es que lo que más me da placer, alegría y significado a nuestra existencia, por lo menos a mí me pasa así, es aquello que hago sin esperar recompensa.
Y no hablo de tener un corazón altruista (no solamente), hablo de hacer lo que verdaderamente lo mueve a uno sin importar si te van a pagar, si te van a dar una medalla, si te van a ascender, si te va a generar algún tipo de recompensa a cambio… Cuando uno hace algo motivado únicamente por el placer de hacerlo, ¡pum!!, la satisfacción es maravillosa.
Y miren tan curioso, la mayoría de la gente hace lo contrario, deja a un lado lo que le gusta y apasiona por aquello que, aunque no le causa ninguna satisfacción, le genera algún tipo de reconocimiento (dinero, premio, prestigio, fama, ascenso)… Creo que tenemos nuestras brújulas apuntando al lugar equivocado.
Menchito, pero es que yo estoy en la inmunda parce
Parceros, todo pasa, todo se supera. Ha habido gente que ha tenido pérdidas dolorosísimas o han vivido experiencias terribles, y encuentran una luz. Es más, haber vivido ese dolor les permite ser más sensibles con el dolor ajeno y vuelcan todo el sufrimiento que experimentaron en ayudar a quienes están pasando por lo mismo.
Cuando sientan que sus vidas no tienen sentido, que no valen nada, que nadie los extrañaría, que están cansados de remar y remar inténtenlo todo, todo lo que esté a su alcance, no subestimen ninguna ayuda.
Busquen a alguien que los escuche y que les genere tranquilidad y confianza (un amigo, un sacerdote, un terapeuta, un coach), aférrense a sus creencias, lean libros y artículos que los alimenten, busquen videos en YouTube que les dé paz, lean historias de personas que salieron adelante luego de creer que nada tenía sentido en sus vidas… no se rindan.
Y parcero, cambia el casete…
Muchos de ustedes no sabrán ni siquiera qué es un casete, jejjejeje. Pero resulta que un amigo me contaba que cuando estaba triste, deprimido, aburrido, atormentado por la novia que lo dejó su mamá, muy sabia, le decía: “cambie el casete”… La versión moderna sería “cambie la canción”.
Con esto se refería a que cada vez que un pensamiento desagradable o triste, o un recuerdo que lo lastimaba llegaba a su mente, en lugar de roerlo y quedarse horas y horas pensando en eso que tanto daño le hacía, cambiara sus pensamientos. Un consejo muy sabio parceros, porque a veces nos torturamos horas y horas con las mismas ideas destructivas.
Entonces, cuando ustedes se vean en la misma situación cambien el casete, pasen la canción. Recuerden lo que les decía arriba, a veces pensamos que las grandes soluciones deben llegar en helicóptero, hacer mucho escándalo o costar un platal, y resulta que las grandes soluciones son pequeños actos, sencillos y sutiles que, con conciencia y constancia, nos pueden ayudar a cambiar el rumbo de nuestros días.
Siempre se puede empezar de nuevo
Parceros, les voy a compartir una canción maravillosa, puede ser que la hayan escuchado muchas veces, pero quiero que la vuelvan a escuchar poniéndole toda la atención que merece. Se llama Este es un nuevo día y es de Facundo Cabral, aquí un adelanto de la letra:
Esta es la canción que canto cada mañana al despertar
para agradecerle al cielo
la gentileza de un nuevo día,
Es decir, de una nueva oportunidad.
Porque siempre se puede empezar de nuevo,
en una eternidad siempre se puede empezar de nuevo,
Y esto es tan cierto como que el paraíso no está perdido, sino olvidado.
Siempre se puede empezar de nuevo, siempre podemos replantearnos nuestra vida, siempre. Somos libres de hacer de nuestra vida lo que queramos, las cadenas nos las hemos puesto nosotros por querer vivir la vida que los demás esperan que vivamos, pero siempre puedes empezar de nuevo y vivir en coherencia con lo que realmente eres.
Ayyyy parceros, cómo los quiero ome.
Daniel Tirado / #BeachMoney
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