
Vas a tu oficina de lunes a viernes (o a sábado, muchas veces). Ya conoces la mejor ruta para llegar a tu trabajo. Cumples puntualmente con el horario de ingreso. Conoces todos los restaurantes de la zona, o mejor, llevas tu propio almuerzo, ese que tiene el sabor casero que tanto te gusta. Llega el fin de semana, duermes un poco más, te encuentras con tus amigos y van al lugar de siempre o, para variar, al de temporada… y así semana a semana, mes a mes, año tras año.
Qué pasaría si cada día pudieras tomar una ruta distinta y descubrir cosas que nunca antes habías visto, como un nuevo y extraño idioma, un suelo de adoquín antiguo, un edifico de asombrosa arquitectura moderna, unas señales de tránsito distintas a las que estás acostumbrado a respetar. Poder disfrutar de un menú diferente cada día y que a tu boca llegaran sabores que retaran a tu cerebro a registrar nuevas sensaciones.
Esto, desde ver con asombro que cosas tan simples y cotidianas como que los taxis no son como en tu país y que en los restaurantes ofrecen comida “extraña”, hasta escuchar otras lenguas, ver otros rostros y otros paisajes… Y bueno, necesito que para este articulo me ayuden un poco con su imaginación, vamos a ponerla a volar, quiero que no solo se quede en palabras, si no mas bien que me acompañen por un pequeño viaje escrito, donde llegaremos apenas a la cuota inicial de la transformación que se experimenta cuando viajas.
Tu cerebro, tal como tu universo, se expande
Desde el momento en que tomas la decisión de viajar, tu mundo cambia. Sea que tú mismo armes el viaje o que contrates a alguien que lo haga por ti, si tienes un alto nivel de involucramiento emocional, tus días empezarán a ser distintos porque no solo iniciarás la cuenta regresiva, sino que empezarás a interesarte por saber más sobre tu destino, sus lugares emblemáticos, sus costumbres, sus tradiciones…
Y cuando llega el día, uuuuuffff parceros, quién no ha sentido eso. Es el día más mágico porque todo lo que has imaginado se materializa. Y eso, finalmente, es lo que te transforma, poder comprobar que todo lo que soñaste es real, y que todos esos lugares que solo conocías a través de los libros o de una pantalla, son reales, y por tu cabeza revives esas icónicas escenas de películas que se grabaron donde ahora tú estás parado, o desempolvas lo poco que recuerdas de tus clases de historia para darte cuenta que estás en el mismo lugar donde cientos de años atrás un grupo de hombres y mujeres cambiaron la historia de la humanidad.
A diario te encuentras con cientos de personas de razas y rostros “exóticos” para ti, cubiertos con prendas de vestir de formas, colores y texturas maravillosas. Todo se ve distinto, todo se ve nuevo y para vivirlo no es necesario ir a un museo o escalar una montaña, basta con hacer algo tan cotidiano como caminar por la calle o sentarse en un parque, en un café, en un muro y ver la gente pasar, ver cómo interactúan, cómo se ríen, cómo viven su día a día…
En ese momento te das cuenta de que el mundo no es como lo pintan y reafirmas el sinsentido que son las guerras, la xenofobia, la discriminación porque no significa que todos seamos iguales, ¡al contrario! la maravilla y el deleite es descubrir esas diferencias, pero son diferencias externas porque por dentro, en lo mas puro, en lo básico, sí nos parecemos, y demasiado, lo cual es una cosa que solo se experimenta al viajar.
¿Por qué lo digo? Pues porque siempre, siempre, encuentras una mano que te ayuda, alguien que te ve perdido y se ofrece a ubicarte; siempre hay alguien que no entiende tu idioma pero entiende lo que estás sintiendo y viviendo, entiende tu necesidad de comprar comida y hace su máximo esfuerzo por interpretar tus gestos…
Escribo esto y recuerdo y agradezco desde mi corazón, a todas aquellas personas que me he cruzado en mis viajes, a quienes hoy ni me recordarán pero que me dieron la mano, me llevaron a mi hospedaje, me tuvieron paciencia hasta que por fin logré hacerme entender.
La vida más allá de la tuya
Muchachos, viajar te cambia, te abre al mundo, te vuelve más tolerante porque entiendes que hay más vida detrás de las fronteras físicas, geográficas y mentales de la tuya. Empatizas con nuevas culturas y aprecias la belleza de nuevas razas, empiezas a entender que el mundo es más que lo que tú crees que es y te das cuenta de que la vida avanza a pesar de tus temores o prejuicios. Y eso, tan solo eso, es tan maravilloso… 🙂

Tus sentidos experimentan sensaciones nuevas todo el tiempo forzando a tu cerebro a expandirse y a abrirle paso a nuevas ideas echando a la basura aquellos viejos paradigmas que descubres y que ya no vale la pena conservar. Vuelves a ser niño, no solo por tu actitud libre y descomplicada, sino porque empiezas a acumular nueva información como no lo hacías desde que estabas recién llegado al mundo. Tu corazón se ensancha y tu cerebro recibe más estímulos creería yo más que en un año de tu vida cotidiana.
Creo que cuando uno viaja, así como un cometa en el universo, va dejando su estela por donde camina y, al mismo tiempo, se va llevando consigo parte de la estela de los demás… Y tal vez, no sé, en algún lugar del universo, en esa «consciencia universal», más allá de tu memoria y de tu corazón, seguro que irán quedando archivados tus viajes y cómo tu presencia fue transformando esos lugares por donde pasaste, al igual de como esos lugares te fueron transformando a cada paso que ibas dando.
Viajar es un grito de libertad ante las barreras mentales que nos han impuesto (más que las barreras físicas); es un grito de libertad ante los estereotipos, ante lo que nos quieren meter en la cabeza. Viajar es decir: “quiero comprobar con mis propios ojos lo que dicen los noticieros, para demostrar que es mas la gente buena que la mala; quiero sentir con mis manos cómo son los árboles de otros bosques; quiero escuchar a personas hablar de forma cotidiana un idioma distinto, más allá del guion de una película o del drama de una serie”.
Y para ello claro, debes adaptarte, tomar decisiones, mantener la calma, derribar prejuicios, es una apertura total. Es que el mundo es muy grande, todos los sabemos, ¡¡pero cuántos realmente lo hemos experimentado!!
Viajar, muchachos, transforma, pero no me crean, vayan a comprobarlo ustedes mismos…