
Pero he empezado a ver la vida diferente, a disfrutar el color del amanecer en vez de sufrir con la madrugada, a valorar la calidez de mi hogar cuando estoy en casa, he descubierto que puede haber un mundo de palabras detrás de una mirada, he empezado a entender que aquí estamos por un ratico y he aprendido a ver cada día como una gran oportunidad que no debe ser desperdiciada.
He vuelto a ser curioso como cuando era niño y me he permitido sorprender de nuevo con las cosas simples, pues me he dado cuenta de que esas pequeñas cosas que suceden diariamente son las que hacen la vida extraordinaria, por eso ya no desestimo el poder de las cosas pequeñas, los grandes acontecimientos nos deslumbran tanto que en ocasiones no nos permiten ver los pequeños y silenciosos milagros que nos ocurren continuamente.
He empezado a ver la vida diferente…
… La forma de una flor, el crujir de las hojas secas, el olor de la lluvia, la brisa que refresca, una buena compañía, la luz tenue de la vela, las sonrisas sinceras, la emoción de las “coincidencias”, el amor capaz de sobrepasar barreras, una bella melodía, los bullicios de alegría, las maravillosas respuestas que nos otorga el silencio, las personas y momentos que nos llevan a perder el juicio y el hecho de saber que aún hay cosas que no compra el dinero.
He aprendido también que la felicidad no se consigue cuando estas en la cima de la montaña, sino en las muchas experiencias vividas mientras escalas hacia ella, pues la felicidad no es un fin sino un estado y tampoco es producto de los hechos sino más bien una decisión que radica en la actitud que elegimos tomar frente a la vida.
Entre las muchas cosas que he aprendido con los años, logré comprender que cada uno de nosotros está transitando el camino que le corresponde, las experiencias no son gratuitas, cada una de ellas trae consigo un aprendizaje diseñado especialmente para ti y son estos aprendizajes los que permiten que aflore tu personalidad, reconozcas tu esencia y potencies tu ser.
He aprendido que nuestro crecimiento no se debe al paso del tiempo sino a las experiencias vividas y las lecciones aprendidas ¡¡Ah!! Y que este crecimiento no se da sin pasar por uno que otro mal momento. Es por esto que hay que recibir con amor lo que se venga, liberarnos de culpas o reproches y agradecer no solo a la vida por ponernos frente a dichas circunstancias, sino también a nosotros mismos por enfrentarlas con aceptación, fortaleza y una amplia consciencia.
Por eso me pregunto, ¿serán los años?
Es que son esos mismos los que me han llevado a entender que definitivamente las personas no se hacen en las universidades ni se categorizan por sus diplomas, me ha mostrado que aunque no nos demos cuenta, en la universidad de la vida todos somos maestros y alumnos al mismo tiempo, por esto nadie estará nunca arriba de alguien más y mirar a otro “por encima del hombro” es simplemente una pérdida de tiempo pues con facilidad la vida te da la vuelta.
He aprendido también que la vida es el arte de dibujar sin tener borrador, así que vívela con inspiración y haz de ella una obra de arte apasionante, con tu propio estilo y matices, no hagas de ella la obra de alguien más ni permitas que los trazos de otros restrinjan los tuyos pues es una sola y se pinta con tinta indeleble.
No se, simplemente creo que estoy aprendiendo a ver la vida diferente (como realmente es), y de paso, he decidido dejarme sorprender por (y no pre-diseñar) el futuro, pues al dejarlo fluir tranquilamente he sido testigo de que casi siempre la realidad supera las expectativas.
Y por ultimo (es que estos benditos años si caen bien duro), he decidido dejar atrás el pasado, pues por ponerme a mirar a mis espaldas puedo perderme de recorrer los alucinantes caminos que la vida ha dispuesto para mí. 🙂
Daniel Tirado / #BeachMoney
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