Suspiraban lo mismo los dos
Y hoy son parte de una lluvia lejos
No te confundas no sirve el rencor
Son espasmos después del adiós
Saber decir adiós… Aaaayyy parceritos. Hoy quiero hablarles de lo importante que es cerrar relaciones para sanar y poder avanzar.
Los fanáticos de Cerati ya sabrán que es el autor de las palabras que abrieron esta entrada y que hacen parte de Adiós, una canción que está ni mandada a hacer para hablar de este tema que sé que cuesta como un verraco.
Este ha sido un año de muchos cambios, de movimiento de muchísima energía. Tal vez aún no somos conscientes de lo que pasa en nuestro interior, pero este año nos ha transformado, de alguna manera, a todos.
Nadie, estoy seguro de que nadie ha quedado estático o inmutable. ¿Y saben parceros? Yo creo que ha sido un movimiento para nuestro bien, así hoy no nos demos cuenta, más adelante lo sabremos con certeza.
La importancia de saber decir adiós
Y es que todo en esta vida son ciclos parceros. Son etapas, procesos que traen consigo un aprendizaje. Estamos en este plano terrenal como en un juego de video en el que debemos superar obstáculos para avanzar.
La vida va siempre hacia adelante. El camino siempre nos señala un futuro. Siempre avanzamos, nunca permanecemos estáticos. Puede que unos lo hagan más rápido que otros o que su cambio sea más evidente, pero créeme que tú estás cambiando.
De manera constante estamos evolucionando, cerrando ciclos y con ello, despidiéndonos de personas, de situaciones y de una parte de nosotros que queda atrás para darle espacio a la nueva versión de nuestro yo.
Una despedida, por lo general, es muy dolorosa. Pero saber decir adiós en el momento preciso y tener la capacidad de dejar atrás a esos seres que ya no tienen lugar en nuestra vida, es crucial para que la travesía sea más ligera y el caminar más liviano.
Muchachos, es que los ciclos no cerrados, las heridas no sanadas, los dolores no perdonados nos anclan, amarran y hacen que nuestros andar sea leeeeeento, pesado y hasta tortuoso.
La vida nos impulsa hacia adelante, pero es responsabilidad nuestra ir al ritmo que ella nos marca y saber cuándo cambiar de ropas, agradecer por lo vivido y seguir.
Saber decir adiós a un amor, aaaaayyy, qué difícil es
Cuando una relación de pareja significativa termina, algo en nosotros muere. ¿Sí o qué parceros? Aunque no siempre es como una muerte dolorosa y trágica, pero sí implica dejar atrás una parte importante de nuestra historia. Recuerdos, sueños no alcanzados y promesas no cumplidas.
Muchas veces este tipo de rupturas cuentan con una víctima y un victimario, un héroe y un villano. ¿Cuál papel jugamos nosotros? Creo que todos hemos desempeñados los dos en algún momento de la vida, el que diga que no, estará mintiendo, jejeje.
Hemos sido los heridos y también hemos sido los que hieren, y sabemos que en las dos situaciones el dolor es profundo, aunque tal vez diferente. Pero los dos se sienten en el alma. Es una especie de desgarre que materializa el rompimiento energético de dos almas y vidas que, en algún momento de la historia y del camino, se encontraron creyendo que el amor les iba a durar para siempre.
Y cuando nosotros somos la «víctima» a veces el dolor es tanto que no somos capaces de ver al que alguna vez fue el ser amado y solo vemos a quien nos hizo daño. En medio de la rabia y de la tristeza olvidamos el amor que un día nos unió a esa persona y buscamos cortar cualquier vínculo, nexo o conexión que nos ate.
Pero lo hacemos desde la rabia y, como se dice, de dientes para afuera. Como un proceso reactivo, casi instintivo y visceral. Sin embargo, por dentro no hemos soltado y seguimos intentando retener a esa persona, así sea a punta del odio que creemos tenerle.
Danny, es muy duro saber decir adiós, duele como un hijuepucha
Pones canciones tristes para sentirte mejor
Tu esencia es más visible
Del mismo dolor
Vendrá un nuevo amanecer
Estas son las canciones que uno escucha para darse palo, para clavarse más profundo el puñal. Hay un cierto placer en torturarse, sale a flote el lado masoquista que hay en todos, jejeje. Nos sentimos tan en la mismísima inmunda que creemos que nunca va a llegar ese dizque nuevo amanecer. Pero parceros, relax, tranquilos que todo pasa, todo sana, todo se perdona, todo se olvida.
Entonces, a medida de que transcurre el tiempo, vamos viendo la luz. Logramos entender que somos seres humanos (tanto el otro como yo). Comprendemos que no hay garantía de un amor eterno; empezamos a ver que, en medio de todo y a pesar del dolor, hay mucho qué agradecerle a esa persona que nos dio tanto y a la que le entregamos todo nuestro ser.
Mientras haya un deseo y un propósito real de sanar, de olvidar y de soltar, se logra. Mientras realmente se quiera superar, se supera. Cada uno a su ritmo, cada uno a su paso, pero la herida se cierra. Parceros, no se aferren al dolor, no se escuden en el daño que otro les hizo para sentir lástima de sus vidas y convertirse en una víctima de las circunstancias.
No son los primeros ni los últimos a los que les pasa. Como les decía, todos hemos desempeñado el rol de víctimas y de victimarios. Algunas veces con conocimiento de causa, y otras, por más duro que suene, porque simplemente se acaba el amor.
Y como dice Cerati: vendrá un nuevo amanecer. Por más oscura que les esté pareciendo la noche y por lo mucho que les cueste levantarse a seguir con la vida cada día, el sol volverá a brillar en su interior y en sus vidas, se los prometo parceros.
Menchito, es que el que se enamora, pierde
Casi nunca nos enseñan a amar. Lo aprendemos por el ejemplo (las relaciones de nuestros padres), por imitación (lo que vemos en las películas) o por reflejo (lo que vemos que hacen nuestros parceros), pero ninguno de los tres modelos son necesariamente muy buenos que digamos.
A veces, lo que terminamos haciendo es replicando errores de otro y construyendo relaciones que no van de acuerdo a lo que sentimos o queremos sino a lo que nos han dicho que deberíamos ser. Por ejemplo: «debo ser el duro de la relación»; «a mí nadie me la va a montar, no me van a ver la cara de bobo»; «que no se note lo llevado que estoy por esa parcera».
El amor se convierte en un juego de poder en el que adquirimos unas posturas y unas corazas para protegernos y evitar que nos lastimen. Ayyyy papá, todo el que ama está expuesto a la vulnerabilidad de la vida y de los sentimientos. Un amor real se vive con todo el cuerpo y eso es lo bonito ome. Dejarse amar y ser capaces de amar con todo el corazón.
Cuando las relaciones se convierten en un pulso de “si ella hace esto, yo hago aquello”; “si él no me responde el chat en tres segundos, lo dejaré en visto tres horas”; “si ella no me dice que me ama, yo tampoco lo haré, ni hue@#* que fuera”, nos perdemos la oportunidad de sentir el verdadero amor sin condiciones, aquel que surge de la necesidad genuina de exteriorizar lo que nuestro corazón siente.
Parceros, para todo en la vida, pero en especial en las relaciones de pareja, hay que ser auténticos ome. No hacerse el difícil o el imperturbable que tiene todo bajo control (sí se pillan cómo amanecí de romántico, jejeje).
Y menchito, nunca nunca el que se enamora pierde. Así como hay que saber decir adiós, hay que saber amar con todo el corazón.
Nadie pasa por nuestra vida en vano
Nadie se cruza en tu camino gratuitamente. Todos desempeñamos una función y una misión en la vida de los demás y esa persona que hoy te está haciendo llorar te ha permitido crecer mucho como ser humano.
Primero, hay que tener claro que el amor no es una atadura y que por más que amemos a alguien esa persona nos puede dejar de amar algún día y no por eso se convierte en el villano o en la Cruela Devil de la historia.
Todos soñamos con el amor eterno y con la media naranja que ha sido enviada al mundo para complementar nuestra vida y vivir a nuestro lado las más fantásticas aventuras… baaaahhhh, dejémonos de pendejadas ome.
Puede ser que ahora no lo veas y que tan solo con pensar en esa persona se te revuelva el estómago y empiecen a volar las que un día fueron mariposas y hoy están convertidas en murciélagos. Pero con el tiempo te darás cuenta que nada fue personal, que no hubo daño y que el paso de esa persona en tu vida, a quien tanto amaste, tuvo una razón de ser en tu crecimiento personal.
Algunos amores llegan para enseñarnos a soltar el control, para ganar humildad, para poner límites, para aprender de desprendimiento, para despertarnos, para saber que nuestros actos tienen consecuencias o, simplemente, como si fuera poca cosa, para mostrarnos lo que es la felicidad.
Hay que amar y disfrutar del proceso y si algún día se acaba, sacudirse el polvo, sanar, agradecer y seguir pa´lante parceritos.
Parcero, yo por qué voy a agradecerle a quien me rompió el corazón
Porque parceros, cuando ese corazón sane, el orgullo se haya ido y puedas ver lo que fue, lo que tú fuiste y lo que hoy eres, podrás reconocer en el otro su humanidad, entender la razón de sus acciones y comprender que la historia entre ustedes dos duró lo que tenía que durar.
De pronto estaban viendo panoramas distintos; tal vez tenían conceptos diferentes del amor; quizá no era el momento para tener una relación tan estable; posiblemente tu destino era seguir amando y conociendo nuevas y distintas formas de amar.
Cuando uno es pelado y tiene su primera noviecita se ve casado, con cinco peladitos y con una familia feliz. Nunca llegará nadie como ella, será la única en mi existencia. Es la perfección hecha mujer.
Cuando acaba y la vida te permite conocer nuevas personas, corazones y maneras de amar agradeces no haberte casado a los 15 años y miras con ternura ese hijuepucha enamorado que fuiste.
Así, tal cual, un día podrás mirar lo que hoy te duele. Lo mirarás con dulzura y entenderás que, en el fondo, no hubo daño, no hubo rabia. Solo se trató de una, o de dos personas, que no sabían amar y que se necesitaban el uno del otro para aprender del amor, del dolor, del respeto y de los límites.
Entonces, cuando llegue ese momento y seas capaz de mirar para atrás sin dolor (sí, ese momento llega, confía en mí parcera) podrás agradecerle a esa persona desde el fondo de tu corazón y sin necesidad de tenerlo en frente de ti, por todo lo vivido, lo bueno, lo malo, lo doloroso y lo sabroso.
Pequeño ritual para saber decir adiós y soltar un amor
Aunque esto suena a ritual de Jóvenes brujas (una película de 1995… Con decirles que yo no había nacido, jejjee), es realmente efectivo y te puedo asegurar que te ayudará a sanar y a soltar.
A veces pasa que hemos estado tan conectados con esa persona que, a pesar de la separación física, la energía se sigue compartiendo entonces, por más que tratemos de dejarla atrás, algo nos mantiene atados y no nos deja evolucionar.
Así que es necesario agradecer, perdonar, soltar y, finalmente, saber decir adiós:
- Ubícate en un espacio tranquilo donde nadie te moleste. Puede ser sentado o acostado. Yo recomiendo que te sientes porque, o sino, corres el riesgo de quedarte dormido, jejejje.
- Cierra tus ojos y respira profundamente sin hacer mayor esfuerzo, que sea una respiración natural y fluida.
- Imagínate que estás en un lugar donde te sientas cómodo y tranquilo. Puede ser el que tú quieras: una playa, el campo o simplemente un salón blanco y vacío.
- Ves aparecer a esa persona. Lo saludas y lo miras a los ojos. No importa si están sentados o parados, la idea es que la imagen sea natural, no te distraigas en crear un ambiente con X o Y características.
- Háblale. Dile que le agradeces por todo lo que fue y que lo perdonas, que puede seguir adelante con su vida. Que no te debe nada y que tú tampoco le debes nada.
- Si sientes dolor, díselo. Dile lo que te duele, sé sincero, pero no dejes que la rabia te gane, no permitas que el dolor se apodere de ti ni de la conversación.
- Si puedes, toma sus manos o toca su hombro, ten algún tipo de contacto.
- Trata, en lo posible, de sentir amor, no necesariamente amor romántico, sino amor humano. De verlo como el ser imperfecto que todos somos. Siente amor y compasión.
- Repítele que le das gracias por todo, por los bellos momentos y por los no tan buenos. Que lo perdonas de corazón (no importa si aún no sientes que puedas hacerlo, díselo).
- Reitérale que lo dejas ir, que lo sueltas, que todo está saldado. Que no hay pendientes, ni rencores entre ustedes.
- Si lo sientes y deseas, abrázalo, si no, simplemente despídelo y déjalo ir.
Puedes quedarte un rato así o abrir tus ojos. No necesitas ni siquiera entrar en un estado profundo de relajación. No te esfuerces en hacerlo.
Felicitaciones, fuiste capaz de decir adiós
Te aseguro que con el paso de los días vas a sentir que el dolor irá disminuyendo. El corazón no te pesará tanto y el puñal que sentías en tu pecho se irá saliendo poco a poco y arderá cada vez menos.
Un día mirarás para atrás y verás todo con dulzura. Te encontrarás en la calle con esa persona y sentirás que ya no duele.
No te aferres al pasado, a una persona, al dolor, ni te aferres a las culpas. Deja que los demás vuelen en libertad para que puedas ser libre tú también.
Parceros y parceritas, deseo, de todo corazón, que puedan sanar pronto y desde el fondo de sus almas.
Y obvio, no me podía ir sin dejarles el video de Adiós:
Se los quiere ome.
Daniel Tirado / #BeachMoney
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