Sí, así es. No le huyas al dolor y al sufrimiento parcerito. Sé que a nadie le gusta sufrir en la vida, sin embargo, a veces, el sufrimiento se genera, precisamente, por no saber lidiar con los momentos difíciles que se nos presentan.
Por eso es que hoy quiero hablarles del dolor. Ese sentimiento al que le sacamos el cuerpo constantemente y que, a pesar de eso, está presente en muchos momentos de nuestra vida.
Danny, ome, cómo así que “no le huyas al dolor”
Menchito, vos a veces sales con unas cosas que me confunden. Tú siempre hablas de lo bueno de la vida, de los viajes, de las emociones fuertes, ahora vienes a decirnos que no le huyamos al dolor… ¿O acaso quieres que nos volvamos masoquistas en busca de nuevas emociones?
Ome parcero, pero cómo se te ocurre decir eso. Para nada men. En vez de adelantarte o entrar con los taches arriba como decimos por este lado del charco, escuchá pues lo que te voy a decir. O mejor, lee lo que voy a escribir, jejjeje.
Hay algo en lo que tienes toda la razón y es que yo soy una persona feliz que siempre les estoy hablando de la buena energía y dándoles técnicas y consejillos para que ustedes puedan tener una existencia plena.
Y, por esa misma razón, es que te digo que no le huyas al dolor. Sí señor. ¿Porque sabes qué es lo que pasa? Que nos hemos metido en la onda de la búsqueda insaciable de la felicidad y en medio de esa búsqueda hemos creído que ser felices es la ausencia de dolor.
Y eso, contrario al efecto esperado, nos está haciendo más miserables. Sí, miserables, porque cuando el dolor aparece nos derrumbamos, se nos cae el castillo, creemos que es el fin del mundo y, en lugar de vivirlo, enfrentarlo y aprender de él, le huimos o nos dejamos ganar.
No le huyas al dolor, enfréntalo
Y es parceros, tal cual como sucede con la tristeza, cuando el dolor aparece buscamos mil y una manera de sacarlo de nuestras vidas a punta de malas mañas; cosas que nos terminan haciendo más daño; personas que nunca serán capaces de calmar nuestro sufrimiento y ¿saben por qué? Porque el único capaz de administras sus emociones, su vida y de darle el poder a lo que sucede alrededor, eres tú.
Yo soy una persona muuuy positiva, tanto, que suelo desesperar a mis amigos pesimistas, jejeje, lo acepto. Pero ser positivo no significa que niegue la existencia de sufrimiento y de dolor en el mundo y en mi propia vida.
Siempre habrá sucesos dolorosos y eso no es ser pesimista, sino objetivo. Reconocer que la vida es un todo, no solo las partes que nos gustan, es madurar. La vida es un paquete que contiene situaciones, hechos, personas y momentos “neutros” a los que nosotros les ponemos “etiquetas” de acuerdo con nuestros valores, nuestras expectativas, habilidades, capacidades, sueños.
Somos nosotros los que decidimos si algo es bueno, malo, triste, feliz, dramático, alegre… Si esto no fuera así, mis amigos no me dirían “optimista” porque ellos verían todo tal y como yo lo veo. ¿Sí se pillan cómo es la vaina? Es cada uno de nosotros, cada uno de ustedes el que decide qué le duele y que no.
Obvio, hay sucesos que para el 99 % de los seres humanos son dolorosos o terribles. Y este mundo, lastimosamente, está lleno de ellos.
Nos hemos preparado solo para la felicidad
Creemos que la vida debe ser solo diversión, placer, risas, emociones positivas, cosas fáciles, sencillas. Entonces, todo es color de rosa en nuestra vida, nos sentimos bendecidos y afortunados; el sol brilla y los pájaros cantan… hasta que llega el verraco sufrimiento ome.
Cuando eso pasa pensamos que ya no somos bendecidos, que solo falta que nos caigan las siete plagas del desierto porque la vida es injusta. ¿Qué pasó con el concepto de vida feliz que teníamos? ¿Qué pasó con la creencia de que somos afortunados? Se nos fue al traste. De un día para otro (porque la vida, para bien y para mal, puede cambiar de manera abrupta) todo se derrumba.
¿Y saben qué sucede? Que pocas veces nos enseñan a administrar o manejar el dolor. Constantemente recibimos mensajes sobre la importancia de la felicidad y negamos la existencia del dolor o del sufrimiento.
Yo soy el primero que habla de la felicidad y del sentido de la vida, pero creo que el hecho de hacerlo debe implicar también, reconocer lo que no nos gusta de ella: el miedo, la tristeza, la vulnerabilidad, el sufrimiento y el dolor.
Solo cuando somos capaces de aceptar y reconocer su existencia podemos tener las herramientas, la fortaleza y la sabiduría para atravesarlo con valentía. Ignorar que existe simplemente nos debilita porque el día en que nos tome desprevenidos son sentiremos incapaces de seguir adelante.
Nos hemos preparado para ser felices y eso está muy bien. Debemos tener una mirada optimista de la vida; verles el lado bueno a las personas, a las situaciones y a las cosas; pensar que siempre todo puede ser mejor que ayer porque ahí está la clave de la verdadera resistencia.
Menchito, ¿entonces qué deberíamos hacer?
Cuando entendemos que todo puede mejorar y que el dolor se puede superar, nos aferramos a una esperanza real y consciente porque entendemos que una vida feliz no es la ausencia de dolor. La vida feliz, esa que tú estás buscando, se basa en la capacidad de poder afrontar lo que se nos presente con valor y fortaleza, así creamos que no vamos a ser capaces.
La búsqueda de una vida feliz en consciencia con la existencia del dolor nos prepara para afrontar las situaciones difíciles que se nos presentan. Trabajar en fortalecer tu mente y tu espíritu te ayuda a atravesar los caminos dolorosos que, en muchas ocasiones, hacen parte del gran sendero que transitamos a lo largo de nuestra existencia.
Porque parceros, es normal que en un proceso de dolor sintamos que no podemos más, que la vida se nos acabó, que el sufrimiento nos supera. Porque así es… Pero resulta que debemos continuar, que no podemos huir, que no hay un lugar al que podamos escapar de él porque es algo que viene de adentro, del mismo lugar donde se aloja nuestra capacidad de sobreponernos.
Eso me refiero cuando te digo que no le huyas al dolor porque, en algún momento de nuestra vida, que es perfectamente imperfecta, habrá dolor, fracaso, incertidumbre, frustración, enfermedad, miedo. Pero todo son etapas, no será la situación permanente de tu vida.
Algo muy distinto es la actitud ante la vida. Hay personas (espero que tú no seas una de ellas) que son incapaces de ver la belleza de la vida y a los que no les hace falta una verdadera tragedia o dolor para vivir en el sufrimiento eterno.
No le huyas al dolor porque es un sabio maestro
Pero no creo que este sea tu caso, así que piensa siempre que el dolor es pasajero. Lo importante es comprender esta etapa con sentido. Intentar descubrir aquello que nos está queriendo decir o enseñar. El dolor suele mostraron quiénes somos, qué nos está haciendo falta; qué debemos mejorar o fortalecer.
Díganme parceros y parceritas si luego de atravesar estos momentos ustedes no se han sentido más fortalecidos, más agradecidos y, sobre todo, más humanos. Todo esto que no nos gusta nos permite crecer porque solo cuando estamos mal y queremos superar ese dolor, buscamos ayuda. Ayuda en un libro, en un blog, en un amigo, en un psicólogo, en la meditación, la oración, el deporte.
Cada uno encuentra su forma y buscan en aquello que más resuena con sus creencias. Pero lo importante es buscar una salida. No quedarnos en el hueco ni en la oscuridad. Y lo mejor muchachos es que cuando se sale, ¡puuum!!! hemos aprendido muchísimas lecciones que nos forman.
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Nos volvemos más sabios y más fuerte y, lo más importante, más humanos. Cuando sentimos en carne propia dolor, somos más sensibles al sufrimiento ajeno. Y eso mis parceros se llama empatía. Y la empatía es la base de la solidaridad, del amor, del perdón.
Porque solo cuando hemos estado en la inmunda comprendemos que todos somos imperfectos y vulnerables. Que el error que yo cometí lo puede cometer cualquiera. Que no estamos en posición de juzgar la vida de nadie, en cambio, tenemos todo para comprender el error ajeno.
El dolor te hace más humano
Tengo personas muy cercanas que luego de una terrible enfermedad empezaron a valorar su vida. Y con valorarla me refiero a ser más conscientes y agradecidos de cada nuevo día; empezaron a cuidar lo que le daban a su cuerpo; a priorizar y a darle el justo valor a las personas, a las situaciones y a las cosas.
Y no quiere decir que tengas que esperar una enfermedad para valorar más tu vida o que ahora vas a estar preocupado porque en cualquier momento te enfermas. No. A lo que voy es que si algún día te encuentras de frente con el dolor no creas que es un castigo del universo. Tampoco que es el fin del mundo. No pienses que la vida es la mismísima chanda.
Entiende que es algo que se puede superar y que a veces no somos capaces de hacerlo solos, por eso es sano e importante buscar apoyo en alguien más. Y recuerda siempre que tú no eres el dolor que estás sintiendo. Y que tú eres superior a él, eso quiere decir el dolor pasará, así hoy no lo creas, y que tú permanecerás.
Regalos que te da el dolor
Cuando logras superar el dolor que viviste y no te quedas anclado a él, recibes muchos regalos. Yo los llamo premios por haber superado con éxito el reto que la vida nos puso. Algunos de ellos son:
- Te vuelves más agradecido con la vida y con las personas.
- Desarrollas la empatía y la sensibilidad.
- Te sientes orgulloso de ti mismo porque sabes que si pudiste superar ese hijuepucha dolor, podrás con cualquier cosa.
- Confías más en ti porque te das cuenta de que tú no eres el dolor. Que el dolor es un sentimiento, pero que tú eres más grande.
- Te abres a la vida de una forma distinta. Tu deseo de vivir aumenta y disfrutas de cosas que antes pasaban desapercibidas.
- Aumenta tu esperanza porque entiendes que todo pasa, que nada es permanente.
- Desarrolar una conexión espiritual profunda. No importa en qué o quién creas, empiezas a entender que hay algo más grande de lo que ves, más profundo, más amoroso.
Démosles herramientas a nuestros hijos para afrontar el dolor
Sé que muchos de ustedes son padres, tal y como lo soy yo. Por eso creo que es clave que les enseñemos a nuestros hijos a afrontar la vida. Sé que en ese amor desmedido que sentimos es muy difícil no sufrir con su sufrimiento.
Cada vacuna es un dolor profundo, más para nosotros, que para ellos. Entonces buscamos la manera de evitarles cualquier lágrima. Sin embargo parceros, con eso lo que estamos haciendo es quitarles las defensas que necesitan para afrontar la vida con fortaleza.
Y ojo, no hablo de criarlo en un ambiente estricto y de miedo o estar diciéndoles, como nos decían a nosotros: “la vida es muy dura”; “el dolor es lo único que te espera”, “en esta casa no hay vagos” o frases por el estilo.
No, yo hablo de permitir que experimenten tristeza si un día las cosas no salen como ellos quieren; que sepan lo que es un corazón roto porque un corazón roto traer también un corazón que al final siempre sana (¿o díganme si no es así?); que entiendan que la vida no está contra ellos, que no son víctimas, simplemente que a veces suceden cosas que no nos gustan, pero debemos ser capaces de afrontarlas.
El dolor nos recuerda que no somos infinitos
No somos infinitos o inmortales, ya quisiéramos parceros, pero no. Y ser conscientes de eso desde el amor, y no desde el miedo, nos hace valorar más el ahora, la oportunidad que tengo hoy de amar a mis padres, a mis amigos, a mis mascotas.
En la vida hay dolores que no podemos eliminar, como lo es la partida de un ser querido. No podemos negar lo que estamos sintiendo; es necesario procesar nuestro sufrimiento. Son procesos que, queramos o no, debemos asumir porque, tarde o temprano, lo vamos a vivir.
Tomar consciencia de que la vida es imperfecta y que estamos de paso nos permite valorar mucho más los regalos que recibimos. Y no hay que esperar un momento doloroso para hacerlo. Despierta ya, despierta en este mismo instante. Agradece todo lo bonito que tengas en tu vida.
Y cuando estés en la verraca inmunda mira hacia atrás, al pasado, y recuerda esos momentos de dolor que creíste que nunca ibas a poder superar… Y mírate ahora. Te apuesto lo que quieras que algo bueno salió de eso. Algo. Te hizo más fuertes, más agradecido, más consciente, más generosa, más sensible, más empático…
La vida está llena de momentos. Hay unos tristes, otros felices. Cuando estés en los felices disfrútalos al máximo y agradece por ellos para que cuando lleguen los tristes puedas recordar que todo pasa, lo bueno y lo malo pasa. Y que tu vida es mucho más grandey que aún en la tristeza y en el sufrimiento sigue siendo valiosa y teniendo sentido.
No le huyas al dolor y si llega, haz que no sea en vano. Úsalo para crecer.
Daniel Tirado / #BeachMoney
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