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LAS CRISIS NOS TRANSFORMAN

Hoy les quiero hablar de un tema que resuena mucho conmigo, con mi historia personal y es cómo las crisis nos transforman, algo así como la famosa frase “renacer de las cenizas como el Ave Fénix”. A todas estas, ¿ustedes sí saben de qué va esa historia?

“Cuando nos hallamos en la problemática de no ser capaces de cambiar una situación, nos enfrentamos al enorme desafío de cambiarnos a nosotros mismos”.

-Viktor Frankl-

Parceros, para que entendamos poco mejor cuál es el significado de la frase y qué tiene que ver con lo que les voy a hablar hoy, les voy a contar el mito muy brevemente.

Las crisis nos transforman como al El Ave Fénix

Como es una historia muy antigua y que ha sido ampliamente difundida, existen varias versiones matizadas por la simbología de las tradiciones donde ha sido adoptada; pero básicamente habla de un pájaro de la mitología griega que cada 500 años era consumido por el fuego.

Cuando llegaba la hora de su muerte construía un nido y a los tres días el ave se quemaba por completo y solo quedaban sus cenizas. El ave lo hacía porque entendía que era necesario renovarse y “morir” para adquirir mayor sabiduría.

Las crisis nos transforman, así como el Ave Fénix resurge de las cenizas

Luego de hacerlo resurgía convirtiéndose en un símbolo de fuerza, de inmortalidad, de resilencia, de purificación y de renacimiento físico y espiritual.

Eso, tal cual, es de lo que les quiero hablar hoy, de la capacidad que tenemos los seres humanos de transformarnos después de atravesar por asfixiantes fuegos que creímos que nos podían destruir y, en lugar de eso, nos renovarnos y resurgimos en alguien mucho más fuerte, valiente, poderoso y luminoso.

Parceros, una experiencia traumática, sea una enfermedad, la muerte de un ser querido, la quiebra o un divorcio siempre es negativa. Sin embargo, lo que hagamos de ella y lo que suceda después, depende de cada uno de nosotros.

Cuando experimentamos un momento traumático todos morimos un poco, algo se apaga en nuestro interior, dejamos atrás una parte de nosotros que hace que, para bien o para mal, no volvamos a ser los mismos de antes.

Las crisis nos transforman, el miedo nos paraliza

La situación que está atravesando el planeta entero en este momento crea una sensación de zozobra y de inseguridad que, unidas al miedo colectivo, a las noticias, a las cifras constantes, a los pronósticos económicos hacen que aaaayyyyy, algo en nosotros se quiebren.

Hay parceros y parceros que tienen una gran fortaleza espiritual o un gran dominio mental que les ha permitido tomar este suceso con calma y, más allá de los sentimientos normales que surgen cuando nos cambian la rutina, han sabido llevar todo con mesura y tranquilidad.

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Sin embargo, otros están pasando por situaciones complicadas por la posible pérdida de su trabajo, por el riesgo del cierre de sus negocios, por la pérdida de un ser querido, por el resquebramiento de una relación.  

Las crisis nos transforman, el miedo nos paraliza

A todos ellos quiero dirigirles este artículo, para que sepan que es normal sentir miedo, dolor, incertidumbre, frustración, rabia, y que, de los momentos más difíciles, podemos resurgir fortalecidos, que las crisis nos transforman, lo digo por experiencia propia.

A veces necesitamos tocar fondo, pegarnos contra el asfalto, sentir que lo perdemos todo para que en nosotros ¡¡¡puuuuum!!, se despierte el poder del león dormido.

¿Qué diferencia a una persona que puede superar sus problemas y a alguien que no lo logra?

Parceros, la diferencia es que la primera toma la decisión de enfrentarse a la adversidad a pesar de las condiciones que le toque vivir y sin saber que luego de ese proceso vendrá un renacer.

Sé que no suena fácil, pero yo mismo, hasta que no me hastié de llevar una vida muy pesada y sin sentido, no tomé la decisión radical de romper con todo y encausar el propósito de mi vida por otro lado… Ustedes deberían preguntarles a mis papás, yo creo que ellos sí que deben haber sufrido por mi culpa (aaayyyyy).

Si ustedes se ponen a escuchar historias de personas que hallaron su camino, que se volvieron exitosos, que dieron con la gallina de los huevos de oro, que encontraron la paz en sus corazones, que hoy llevan una vida tranquila, sana y muy conectada con su interior, se darán cuenta de que muchas de ellas llegaron a ese punto después de haber sufrido una pérdida, haber sido despedidos, haber quebrado, haber estado cerca de la muerte.

Las crisis nos transforman y nos permiten seguir adelante

Son muchas las personas y las historias, famosas o no, que dan testimonio de que es real que las crisis transforman, que una tragedia o un mal momento no pasa desapercibido en nuestras vidas y que son una verdadera oportunidad para despertar, para reaccionar.

Y cuando digo que quienes salen adelante tomaron la decisión de enfrentarse a la adversidad no piensen que estaban llenos de valor o de confianza, no, sin embargo, lo hicieron por encima del miedo, de la duda, de la incertidumbre y del dolor.

Danny, suena tan bonito que las crisis nos transforman, pero qué hago con este dolor

Parceros, saben que yo no tengo la respuesta correcta, creo que nadie la tiene, pero sí les puedo compartir cositas que a personas cercanas a mí y que a mí mismo me han servido para superar las crisis que el algún momento de la vida nos han destrozado.

Algo que ayuda a salir del túnel es encontrarle un sentido al sufrimiento, identificar, como dicen muchos, el tesoro que puede estar oculto tras el dolor.

Eso, al menos, evita que haya un sentimiento de desesperanza y es la puerta para convertir la tragedia en un logro, en una forma de superación.

Échenle cabeza parceros, la mayoría de nosotros tenemos algo o alguien que nos da una razón que nos ayuda a seguir adelante, que nos motiva y que le da sentido a nuestra existencia: nuestros hijos, padres, nuestra pareja, nuestra vocación… Es necesario empezar a “escarbar” y agarrarse de esas pequeñas o grandes cosas como si fueran un flotador en medio del océano.

También es bueno entender y reconocer que hay situaciones que se salen de nuestras manos, que no podemos solucionar, que nos superan.

Cuando eso pasa y nos damos cuenta de que, definitivamente, no hay nada que podamos hacer, un gran paso es soltar el control; esto no parece muy fácil, pero es clave porque así uno deja de buscar culpables o de culparse a uno mismo por sentirse débil, inútil e incapaz.

No hablo de ser conformistas ome, hablo de saber cuándo podemos hacer algo y cuándo no; cuándo debemos aceptar la realidad de lo que somos, tenemos y nos está sucediendo, en lugar de negarla y obsesionarnos por mantener aquello que ya no está: la vida antes del coronavirus, el empleo que perdí, el matrimonio que ya no es, el cuerpo antes del embarazo, el negocio que quebró.

El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional

Ome, es que cuando no tenemos el poder para cambiar la situación lo único que nos queda es transformar nuestra actitud frente a ella, podemos cambiar cómo reaccionamos y cómo nos sentimos porque, como dice el viejo Buda, «El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional».

Cuando aprendemos esto y decidimos tomar el control de lo que somos y sentimos, pasa algo bien bonito parceros, y es que se enciende en nuestro interior una poderosa llama que nos despierta y nos hace movernos, buscar ayuda, cambiar hábitos, transformar nuestras limitaciones, dejar a un lado quejas y asumir la responsabilidad de lo que queremos para nosotros.

Hacer el duelo es necesario en todo proceso, llorar, lamentarnos, culparnos, preguntarnos por qué a mí, echar madres… pero no podemos quedarnos en ese estado para siempre.

Es necesario superar esa primera atapa y aceptar lo sucedido, asimilarlo y luego levantarnos y empezar a construir sobre lo que ha quedado de nosotros para comprobar, en nuestra propia vida, que es verdad que las crisis nos transforman.

Eeeeeyyy, olvídense de que una vida feliz es una vida sin problemas

Parceros, no necesitamos vivir sin adversidades, eso es una gran mentira que nos hemos metido en la cabeza creyendo que el estado normal de la existencia es la felicidad basada en la ausencia de dolor y problemas.

Las dificultades van a existir de la misma manera en que existen las alegrías, así de simple, son parte de la vida.

Lo que debemos hacer es desarrollar una fortaleza interna y adquirir herramientas que nos ayuden a mantenernos ecuánimes ante la desdicha y ante la dicha, también.

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Algo fundamental es encontrar una motivación que nos impulse a luchar por algo que merezca la pena, darle un sentido a nuestra vida.

Desde hace un tiempo muchas personas han empezado a buscar o a experimentar un despertar de sus almas y de su consciencia; esto está sucediendo en todo el planeta… y cuando esto pasa, cuando empieza a salir la luz, también se hace más evidente la oscuridad… todo es parte del mismo proceso.

Parceros, por eso los invito a aferrarse a lo bello de sus vidas, a las cosas que los animan a vivir, a sus gustos, a los pequeños placeres. Nos estamos moviendo hacia una nueva vida y, querámoslo o no, la vida se está transformando y nosotros, o nos aferramos al pasado y a lo que éramos antes, o aprendernos a soltar y nos dejamos llevar por el barco mientras todo vuelve a tomar su curso.

Hoy es un virus, ayer fueron mis padres, mi expareja, mi jefe, los políticos…

Cuando no asumimos nuestra responsabilidad y el poder que tenemos sobre nosotros y sobre nuestras vidas, terminamos culpando a otros por nuestras dichas o desdichas: solo contigo soy feliz, o por tu culpa mi vida se ha vuelto un desastre… siempre los otros, siempre de afuera.

Lo que permiten las crisis es poner en manifiesto que los problemas no son externos, sino que están cimentados en nuestras propias creencias y limitaciones mentales y emocionales.

Parceros, recuerden lo que les decía arriba, es normal sentir miedo, sentir angustia, llorar, pelear, pero debemos ponerle límite a ese sufrimiento y dejar de regodearnos en el dolor.

¿Rego quééééééé??? Regodearse, es decir, sentir placer o satisfacción porque, sí señores, muchas veces, así lo neguemos, sentimos un cierto placer en ese dolor porque nos permite ser las víctimas, los pobrecitos de la historia que alguien o algo de afuera debe venir a salvar.

Parceros y parceras, ahora pues no es que se vayan a torturar por tener miedo, no, pero piensen qué causa ese miedo, qué pueden activar en ustedes para dejar de sentirlo o para que, a pesar de sentirlo, no paralice sus vidas.

No somos autómatas, nosotros tenemos el poder de elegir cómo responder a las situaciones y es nuestro deber poner límites: límites para que los demás no nos sobrepasen y límites para que una crisis no nos destruya.

Asumir la responsabilidad de sus vidas implica nuevos desafíos, pero, con total convencimiento les digo, también enormes recompensas.

Eeeyyy parceros, a mirar para adentro, pues

Para salir fortalecidos de los problemas es necesario que dejen de ser reactivos y pierdan la mala costumbre de buscar culpables. Para esto es necesario empezar a reconocer nuestra responsabilidad tanto en el problema, como en la búsqueda de la solución.

Es que ome, ustedes pueden curarse de la enfermedad más verraca, ser un milagro andante, pero si sus mentes no se curan, si solo lo hace el cuerpo, si no cambian los hábitos destructivos o pocos sanos que tenían antes, tarde o temprano se verán enfrentados de nuevo a la enfermedad.

A veces, los problemas vienen porque necesitamos aprender algo, necesitamos aprobar una “asignatura” de la vida. Entonces, si no lo hacemos ¿qué pasa?, pues que debemos aprender la misma lección una y otra vez…

En ocasiones la enfermedad no es el problema sino la manifestación de algo más grande que se alberga en lo profundo de nosotros, y es gracias a ella que tenemos la oportunidad de verlo, de encontrarlo, de identificarlo.

Entonces parceros, los invito a ver más allá de sus problemas e indagar “qué” puede haberlos generado y no quedarse en el “quién” que es como hemos estado acostumbrados a hacer.

Pensar si nos hace falta aprender a poner límites, cambiar nuestra alimentación, ser más receptivos, perdonar a otros y perdonarnos a nosotros mismos.

Reconéctense con ustedes, empiecen a ver en su interior, ábranse a nuevas experiencias y creencias.

Parceros, para resurgir de las cenizas debemos empezar a tener otra perspectiva y desligarnos de las creencias que nos anclan al pasado y no nos dejan avanzar; desaprender hábitos para darle espacio a la nueva vida que queremos para nosotros.

En ustedes hay poder, hay luz, la fuerza, no la subestimen.

Un abrazo parceros.

Daniel Tirado / #BeachMoney

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