Parceros, ¿ustedes alguna vez han dicho que sí queriendo haber dicho que no? Estoy seguro de que esto es algo que nos ha pasado a todos en algún momento de nuestras vidas. Saber decir que no es un elemento de suma importancia a la hora de establecer límites y de hacer valer nuestras opiniones y puntos de vista. Sin embargo, nadie nos enseña a decir que no. Antes bien, nos enseñan que debemos complacer al prójimo y, en muchos casos, ponerlo por delante de nuestros propios intereses.
En consecuencia, no saber decir que NO puede transformarse en una fuente de ansiedad y conflictos emocionales muy fuertes. Por el contrario, el saber decir no, en momentos que así lo requieran, nos brindará la posibilidad de vivir en armonía, paz y tranquilidad con nosotros mismos y con los demás. Precisamente, a esta habilidad social de saber decir no cuando hay que decirlo se le llama asertividad. En ese orden de ideas, la asertividad se definiría como:
«La habilidad de expresar nuestros deseos de una manera amable, franca, abierta, directa y adecuada, logrando decir lo que queremos sin atentar contra los demás«.
Así pues, las personas poco asertivas son aquellas personas que no se niegan a nada y que siempre quieren quedar bien con los demás para evitar cualquier tipo de conflicto. Este tipo de personas traicionan sus principios, convicciones y valores por la necesidad de encajar en determinados grupos, ideologías u opiniones. Por otra parte, al no tener conciencia sobre la importancia de decir no, las personas poco asertivas terminan sacrificando su bienestar personal a costa de los demás.
¿Ustedes alguna vez se han encontrado en situación así? En este artículo vamos a repasar la importancia de decir no y cómo podemos poner en práctica esta habilidad. Vamos pa esa parceros.
¿Por qué nos cuesta tanto decir no?
Menchitos, el que diga que decir NO es fácil, no cabe duda de que está mintiendo. Lo digo porque todos nos hemos visto envueltos en situaciones que nos han llevado a decir que sí, a pesar de que queríamos decir que no. Este tipo de tensiones se presentan comúnmente en el trabajo, en las relaciones amorosas, con nuestra familia y hasta con los amigos. Para nadie es un secreto que la experiencia de vivir, implica de algún modo, ceder ante ciertos requerimientos de los demás. No obstante, si nosotros siempre somos los que estamos cediendo y nuestras posiciones no son respetadas o tenidas en cuenta, ahí sí que habría un problema.
¿Y saben por qué los que siempre están cediendo tienen dificultades para decir no? Por el miedo al rechazo parceros. Nosotros como seres sociales, así sea de manera inconsciente, siempre estamos buscando aprobación. Ya sea de nuestro grupo de amigos, de nuestros compañeros de trabajo o de nuestra familia. El miedo al rechazo, por tanto, se convierte en el principal alimento de la falta de asertividad.
«El que dirán», «el qué van a pensar de mí» y «el cómo voy a decir que no». son las frases favoritas de los miles de millones de personas que hay en el mundo que no saben decir NO. Estas frases suponen ya un problema que de entrada nos estaría afectando. Vivimos tan metidos en la mente de los demás que nos olvidamos de la nuestra.
¿Por qué nos importa tanto el qué dirán? Sin duda alguna, para empezar a aprender a decir que no, y para reconocer la importancia que tiene en nuestras vidas, lo primero que debemos hacer es soltar ese miedo al rechazo y dejar claro que nuestras posiciones y puntos de vista también son legítimos.
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El temor a ser rechazados y su relación con el autoestima
El miedo al rechazo, sin temor a equivocarme, es uno de los elementos que más alimenta la falta de asertividad en las personas. Esto es: la poca conciencia que tenemos acerca de la importancia de saber decir no en momentos cruciales de la vida. ¿Pero de qué se trata el miedo al rechazo? El miedo al rechazo no es más que el temor que alguien experimenta cuando se siente juzgado por la mirada ajena y por las opiniones de los demás.
Los juicios que las demás personas hacen sobre nosotros nos pueden llevar a sentirnos tristes, angustiados y con percepciones negativas sobre nuestro propio ser. Por esa razón, yo creo que el principal alimento del miedo al rechazo es la baja autoestima. Así pues, hay dos rasgos característicos que definen a las personas que no saben decir NO y que viven cada día de su vida con miedo al rechazo:
- Sacrifican sueños, metas, objetivos, y deseos con tal de ser aceptados.
- Evitan ponerse en situaciones en las que puedan ser juzgados.
Evidentemente, decir que NO, en algunas situaciones, nos llevará a desencuentros y tensiones con nuestros interlocutores. Llámense familia, amigos, pareja o compañeros de trabajo. Sin embargo, saber decir NO, nos brindará la tranquilidad y la seguridad que toda persona con un autoestima alta debería tener. Al decir NO, basados en nuestras percepciones, creencias y gustos estamos anteponiendo nuestro criterio a los mandatos o deseos de las demás personas.
En ese orden de ideas, decir NO se convertirá en una herramienta muy poderosa para forjar nuestro carácter y autoestima. Y también para dejar atrás el temor infundado a ser rechazados. Antes que nada, nosotros mismos somos los que no debemos rechazar nuestro sentir y nuestro criterio. Empero, eso solo se logra siendo asertivos, sabiendo decir NO cuando la situación lo amerite.
Menchito, ¿pero entonces siempre tenemos que decir que NO a todo lo que nos propongan?
Para nada parceros. Por el contrario, no hay nada mejor que una persona que no se arruga ante los retos, que no tiene miedo de devorarse la vida, que ante las adversidades siempre tiene un pensamiento de afirmación y positivismo en su cotidianidad. En ese caso, el éxito de esas personas está relacionado con las veces que en su vida se atrevieron a decir que sí aunque por dentro estuvieran orinándose de miedo.
No obstante, decir que sí a todo no es una garantía del éxito. Antes bien, uno de los puntos fundamentales para llegar a ser exitosos en la vida es saber poner límites. Y claro está, diciendo a todo que sí nunca vamos a tener claro cuáles son esos límites que debemos respetar. Dicho esto, cabe resaltar, entonces, la estrecha relación que hay entre la importancia de saber decir no (asertividad) y el saber poner límites en nuestra vida. Al fin y al cabo, cuando decimos NO, estamos marcando ese límite que se convertirá en nuestra base ética para tomar decisiones futuras.
Se los pongo en un ejemplo para que me entiendan mejor muchachones. Cuando yo empecé a dejar de comer carne, mucha gente de mi círculo social me miró raro. Opinaron sobre mi decisión y hasta se atrevieron a decirme que «recapacitara». Esta situación me llevó a muchos desencuentros familiares y con amigos que me juzgaban de antemano sin haber escuchado mis razones.
En cada cena familiar o asados con amigos, yo me sentía presionado a tener que comer carne, pues pensaba: «van a creer que estoy rechazando la comida, que soy un resabiado o que me creí de mejor familia». Sin embargo, siendo asertivo, explicando las razones por las cuales NO me sentía bien comiendo carne, las personas me empezaron a comprender; así no compartieran mi decisión.
Si yo no hubiera establecido los límites éticos de mi decisión, seguramente habría sucumbido a la presión social. Lo anterior quizá me hubiera llevado a agradar a los demás, pero me habría creado un conflicto interno del que nadie más podía hacerse cargo salvo yo mismo.
Por eso, mi actuar fue claro desde el principio. Sabía que ante esta situación específica debía decir NO, sabía que a muchos no les gustaría, pero también sabía que siendo asertivo terminarían entendiéndome. Y lo mejor de todo, sabía que al no traicionar mi sentir, iba a hacer valer mi carácter como individuo y mi libertad de escoger un modo de pensar y vivir. En última instancia, sabía que diciendo NO, estaba alimentando mi autoestima, forjando mi carácter y dejando atrás el miedo al rechazo.
Así que muchachones, nunca olviden esto. La importancia de saber decir NO, también radica en que nunca debemos poner en riesgo nuestra libertad y nuestros modos de pensar y vivir por el simple hecho de agradar a los demás.
Bueno Menchito, muy bonito todo esto que nos estás diciendo, ¿pero entonces cómo aprendemos a decir NO?
Ay, parceros ome, pregúntenme cosas más fáciles jeje. Quizá esta respuesta no es la que ustedes estaban esperando, pero la mejor forma para aprender a decir NO es viviendo. No hay forma de forjar el carácter y de hacer vale nuestro criterio por un medio diferente que no sea vivir. Y todos sabemos que vivir implica equivocarnos, cometer errores y aprender de los mismos.
Cuando uno no sabe establecer límites y no reconoce la importancia de saber decir no, es muy probable que se estrelle con la vida parceros. No obstante, son precisamente esos errores en nuestro actuar lo que sientan las bases para que aprendamos el arte de vivir con asertividad. Es decir, expresando nuestros deseos de una manera amable, franca, abierta, directa y adecuada, logrando decir lo que queremos sin atentar contra los demás. Pero sobre todo, sin atentar contra nuestros propios principios y deseos.
Solo en la medida que adquirimos experiencias parceros, vamos a poder constituirnos como mejores personas y vivir de acuerdo a nuestros propios parámetros, sueños y objetivos. De esa manera, para aprender a decir NO, lo primero que hay que hacer es no rehuir de las contradicciones y tensiones que nos presenta la vida a diario.
Quien huye del conflicto, menchitos, nunca llega a sabio. Porque como dice el Tao, la vida es un equilibrio entre la luz y la sombra Y nosotros, mal que bien, necesitamos no solo de la luz, sino de la sombra para conocernos a nosotros mismos y tomar conciencia sobre la importancia de saber decir no. En ese sentido, quiero compartir con ustedes estas enseñanzas que a mí me han sido muy útiles para aprender a decir NO cuando mi vida así lo ha requerido. Espero que a ustedes también les sean de mucha utilidad muchachones.
Hay que perder ese miedo absurdo al «qué dirán»
Tengan en cuenta esto siempre parceros: antes que nadie, los primeros que debemos estar contentos con nuestros deseos, forma de vida, sueños y metas somos nosotros mismos. Lo que los demás puedan pensar de aquello que nosotros hacemos, no debería afectarnos al punto de paralizarnos o hacernos abandonar lo que queremos. El miedo al rechazo es el primer obstáculo en el aprendizaje de decir no y establecer límites. Por el contrario, hacer vale nuestro criterio y formas de pensar, hará que los demás nos respeten en nuestra diferencia. El carácter es sinónimo de respeto, recuérdenlo siempre menchitos.
Hay que aceptar que el decir no, en ocasiones, nos llevará a sentir ansiedad
Debemos aceptar que la ansiedad es un proceso normal en muchas situaciones de la vida. Más aún cuando nos vemos enfrentados ante una situación que requiera decir NO. Sin embargo, como bien advierte la psicóloga Vanesa Fernández:
«Es normal que ponerse nervioso o sentirse incómodo a la hora de decir que no, pero no sucumbas a este malestar diciendo que sí y tratando de quitarte el problema de encima cuánto antes, porque así solo conseguirás diferir una situación indeseada, pero no resolverla«.
Vanesa Fernández
En ese caso, parceros, aceptar la tensión y la ansiedad que se derivan después de decir no, será de gran ayuda para no culparnos en exceso y para aceptar que lo que lo que uno siente y piensa, no tiene porqué siempre coincidir con los pensamientos y deseos de los demás.
Hay que aprender que tener un punto de vista diferente no es sinónimo de conflicto
Menchitos, esta enseñanza es muy valiosa para las relaciones familiares y amorosas. Normalmente, uno en su núcleo familiar tiene conflictos por pensar diferente o por tener opiniones divergentes respecto a ciertos temas. En esos casos, las cenas, reuniones familiares y eventos compartidos, se vuelven el mejor escenario para cazar peleas y tensiones que derivan en conflictos más profundos.
Precisamente, un diálogo asertivo y una exposición de nuestro punto de vista sin salirnos de casillas y sin atentar contra los demás, evitará que entremos en peleas absurdas. Por otro lado, nos permitirá hacer valer nuestro criterio con carácter, respeto y dejando claro el límite que nuestra base ética y moral puede permitir. Tener un punto de vista u opinión diferente a nuestra familia, pareja o compañeros de trabajo no es sinónimo de conflicto.
Hay que priorizar siempre nuestro alivio emocional
La importancia de saber decir no, además de estar intimamente ligada al establecimiento de unos límites éticos, también está muy relacionada con la inteligencia emocional. Como bien diría la psicóloga Vanesa Fernández:
«Es posible que no hagas ni seas aquello que deseas, pero siempre tienes la opción de no hacer ni ser aquello que no quieres”
En ese sentido menchitos, el malestar que sentimos cuando hacemos algo que no queremos solo por el hecho de quedar bien, no se compensa de ninguna forma con el alivio emocional que sentimos cuando simplemente decimos NO. Saber decir NO desde el primer momento, evitará que los demás se hagan falsas expectativas sobre nosotros. Además, hablar con franqueza, nos librará de cualquier malentendido y le dará un mensaje claro a la otra persona sobre lo que somos y sobre lo que estamos dispuestos a hacer.
En últimas, si aquella persona nos estima y quiere, no va a cambiar su sentimiento solo porque le hablemos con claridad, franqueza y prioricemos nuestro alivio emocional. Para ser sinceros con los demás, debemos ser sinceros con nosotros mismos primero parceros. ¿Qué estamos dispuestos a hacer? ¿Qué definitivamente no estamos dispuestos a hacer? ¿Hasta dónde los deseos de las otras personas pueden afectar mis límites? Todas estas preguntas se las deben hacer ustedes si quieren aprender a decir no de manera asertiva.
La importancia de saber decir no, en conclusión, radica en que cuando lo ponemos en práctica en nuestras vidas, estamos viviendo con inteligencia emocional, con plenitud y con la certeza de vivir de acuerdo a nuestros deseos, metas y objetivos. Cuando esa base ética está clara, el mapa de ruta de nuestra vida se hace más legible parceros. Nunca olviden esto. Espero les haya gustado esta entrada del blog y que empiecen a poner en práctica la asertividad en su vida cotidiana. Se les quiere menchitos.
Un abrazo gigante.
Daniel Tirado / #NomadaDigital
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