Hola soledad
No me extraña tu presencia
Casi siempre estás conmigo
Te saluda un viejo amigo
Este encuentro es uno más.
Dónde está el guarito ome…jejejje. Así empieza una canción que escuchaba en las reuniones familiares y que la cantaba Rolando La Serie. Es una canción triste, nostálgica y llena de lamento. Y como esa hay muchas más canciones, poemas, libros y cientos de frases dedicadas a la “terrible” experiencia de estar solos.
Hemos crecido huyéndole y temiéndole a la soledad, haciendo todo lo posible por evitarla. Es cierto que el hombre es un animal social y que tienda de vivir en compañía, en manada, en familia, pero también es cierto que parte de la vida y del proceso de crecimiento implica encontrarse en algún momento de frente con la soledad.
Sin embargo, el mundo ha girado en otro sentido y nos habla de la necesidad de buscar pareja, de tener hijos, de formar una familia, de tener amigos. Y eso está bien, pero no hemos aprendido a amar, valorar y respetar la soledad propia y ajena.
«La soledad fue mi máster sobre la vida terrenal»
Esas son palabras de una amiga que hace muchos años, después de romper con el que hasta ese momento era el amor de su vida que se terminó yendo con la que él pensaba en ese entonces que era el amor de la suya, jejjejee, tuvo uno de los momentos más grandes de crecimiento personal y espiritual.
La parcera estaba acostumbrada a hacer todo con él, eran compañeros de la universidad y antes de ser novios habían sido grandes amigos. Entonces se la pasaban todo el verraco día juntos de arriba para abajo, hacían los trabajos, estudiaban, paseaban, todo el tiempo los dos como un par de siameses ome.
Cuando la relación se terminó de forma inesperada por decisión de él, ella sintió que la vida se le acababa y claro, era normal, la vida que había construido en sus últimos tres años giraba en torno a una persona que ya no estaba ni iba a estar en ella, aaaayyyy, qué dolor.
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Luego de llorar lo inimaginable, de perder el apetito, de sentirse en la inmunda y de tener días (casi todos) en los que no se quería levantar porque cuando lo hacía se daba cuenta de que efectivamente había terminado su relación y que no se trataba de una hijuepucha pesadilla, se retó a hacer todo lo que hacía con su ex, pero esta vez sola.
Hizo de la soledad su gran maestra y amiga
Ir a cine sola, comerse un helado sola, ir a un concierto sola… sola es sola, sin nadie que estuviera a su lado para consolarla. Lo hizo, entre otras cosas, porque su novio, como buen universitario, vivía pelado y ella, por venir de una familia más acomodada, tenía más platica en el bolsillo, entonces, cuando estaban juntos ella no hacía nada si no podía compartirlo con él.
Estaba tan enamorada que quería que él disfrutara de todas las maravillas que la vida tenía para ofrecer y que él no había conocido por no tener dinero… Qué traga tan maluca ome.
El caso es que mi amiga hizo ese ejercicio y hacerlo fue el punto de partida para que se movieran un montón de cosas en su vida. No fue de un momento a otro, no usó ninguna fórmula especial, no hizo nada planificado, simplemente empezó a cuidar de ella como antes cuidaba a su amorcito corazón.
No tuvo que pasar mucho tiempo para que empezara a darse cuenta de que algo había cambiado en su interior. Empezó, por primera vez en toda su vida, a darse tiempo, a regalarse el placer de comerse un helado sin sentir culpa por disfrutarlo sola y no tener que compartirlo con alguien.
Aprendió, finalmente, lo que significaba pensar primero en ella y luego en los demás, en pocas palabras, a ser egoísta… sí parceros, egoísta, ese “terrible” sentimiento que es mal visto en todas las religiones y que desde pelados nos enseñan que está mal, muy mal.
Danny, me extraña, cómo así que hay que ser egoístas
Sí, aspu tal cual parceros. Sé que no hay nada más maravilloso que ser generosos y entregarse a los demás, pero así como es importante aprender a ser generoso con otros es fundamental aprender a ser generosos con nosotros mismos y eso pocas veces nos lo enseñan.
Si yo les digo esto es porque sé que ustedes entienden mi punto, sé que saben a qué me refiero. Yo no hablo de ser acaparadores, egocéntricos o sentirnos que somos los únicos que merecemos algo; hablo de sentir que nosotros también merecemos.
Nos han educado siempre para sacarnos el pan de la boca y dárselo a otro que lo necesita más que yo, y gracias a eso tenemos un mundo más humano, pero sería bonito que también nos enseñaran a darnos el lugar que merecemos, un lugar desde el amor propio, desde el respeto, desde el autocuidado; un amor que no vulnere a los demás pero que nos haga capaces de no vulnerarnos a nosotros tampoco.
Hay procesos que solo se pueden vivir en soledad
Volviendo a historia de la parcera, me cuenta que esa tusa ha sido uno de los aprendizajes más bellos que ha tenido. Esos momentos de revelación donde una puerta se abre, un nivel se desbloquea, una nueva conciencia se manifiesta ante nosotros.
Cada vez que ella hacía algo sin más compañía que su propio ser, lo hacía de forma consciente, se obligaba a disfrutar lo que estaba viviendo, bueno, tal vez no siempre lo disfrutaba, pero sí lo hacía con plena consciencia y total presencia.
La parcera cargaba muchas culpas, culpas de la religión, de la mala relación que tenían sus padres, de los problemas de inseguridad de su hermana mayor… Siempre creyó que ella era la responsable de que las cosa no funcionaran en su familia y creía estaba defectuosa, que era mala y que hería a la gente…
Y la verdad es que esto era algo totalmente fuera de la realidad, al contrario, era una persona tan dada a preocuparse por el bienestar de los otros que asumía culpas que no le correspondían intentando mermar o encontrar un responsable como una forma de paliar el sufrimiento ajeno.
El caso parceros, es que esta pelada hizo consciencia de todo esto y de muchas cosas más cuando pasó por uno de los dolores más grande que ha vivido, pero, en especial, cuando tomó la decisión de abrazar su soledad y de empezar a centrar en sí misma la atención que antes daba a los demás.
Uuuuyyyy parcero, pero es que a mí me cuesta mucho estar solo
Hoy muchas personas están pasando por profundos momentos de soledad. La cuarentena los ha forzado a aislarse de sus amigos, de sus fiestas, de sus planes y se han visto obligados a enfrentar esos momentos que antes llenaban con la presencia de otros.
La soledad tiene tan mala fama y estamos tan afanados por huirle, que somos capaces de refugiarnos en cualquier cosa, persona, vicio, parranda que nos aleje del monstruo de estar con nosotros mismos.
No está mal desear tener una pareja, tener amigos, contar con la familia, obvio que no. Pero no podemos poner nuestra felicidad en otras personas porque al final solo nos tenemos a nosotros. La gente se va (y no se va por mala, se va porque tiene su propia vida), las relaciones se acaban, lo seres queridos transcienden de este plano terrenal, pero siempre siempre nos quedaremos con nosotros.
La única compañía segura que tenemos es la nuestra
Entonces, por qué no aprendemos a amarla, por qué no aprendemos a disfrutar de nosotros, por qué no hacemos como mi amiga y un día nos vamos a cine solos (cuando ya se pueda, claro está), qué importa lo que piensen los otros, igual no nos conocen, es más, en esa verraca oscuridad del cine ni las caras se ven.
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Yo pienso que esos pequeños actos son señales que le mandamos a la vida, al universo y que le indican qué camino queremos tomar, por dónde estamos inclinando nuestra existencia, hacia dónde nos dirigimos… y la vida responde, la vida capta esos guiños que le hacemos y nos va poniendo señales para que sepamos por dónde seguir.
Ir más allá de lo que vemos por fuera, para empezar a ver hacia adentro
Parceros, el amor no está garantizado, mucho menos la compañía. Nadie tiene la obligación de amarnos hasta que la muerte nos separe y nuestros hijos tiene que hacer su vida como la hicimos nosotros. Somos seres independientes que no hemos aprendido a serlo con total consciencia.
Tendemos a pensar que soledad es sinónimo de pérdida, de fracaso, de vacío, de muerte. Y es que parceros, cuando uno se pone a analizar el sentido de lo que vemos en el mundo empieza a comprender que todo hace parte de una cadena de intenciones que van más allá de lo que nosotros vemos.
No hablo de teorías de conspiración ni nada de eso, simplemente de que lo que uno ve desde afuera y a través de las pantallas (televisión, celular, portátil) siempre es un mundo donde el estado de felicidad se alcanza gracias a la compañía de otros. Muy pocas veces uno ve historias positivas que giren en torno a la soledad.
Lo bueno, es que en los últimos años han empezado a surgir voces que hablan de lo maravilloso, sano, necesario y valioso que es estar solo. Yo, por ejemplo, amo la soledad, tanto que prefiero viajar sin compañía, jejjeje.
Es en serio, dile “hola, soledad”
Pero bueno, volvamos a la realidad que muchas personas están viviendo en este momento y que les está generando una inmensa tristeza y es el hecho de que la soledad llegó a sus vidas de forma inesperada y que a esa soledad se le suma la sensación de incertidumbre y de temor que ha estado presente en estos días.
Si en este momento tú estás atravesando por esta etapa y no sientes muy cómodo con ella, te digo, desde mi propia experiencia, que dejes de verla como un sinónimo de fracaso, de “problema” que hay que solucionar o como si se tratara de un verraco castigo divino.
Salúdala, pero no con la nostalgia de la canción de Rolando La Serie, jjejee, dale la bienvenida a tu vida, recíbela, ábrele tu espacio y tu corazón.
Y todo esto no lo digo en un sentido metafórico sino de verdad, hagan todo un ritual de bienvenida, háblenle como si fuera una persona que llega a sus casas a visitarlos.
Créanme que si les llegó en este momento es porque la necesitan, algo les viene a mostrar… La soledad está aprovechando este proceso donde la vida nos obligó a encerrarnos para llamar nuestra atención, yo creo que dirá: “este verraco por fin está encerrado en su casa sin distractores y ahora sí me va a tener que escuchar”, jejejeje.
Parcero, ¿le temes a la soledad o a estar a solas contigo?
La soledad está aprovechando el desorden y haciéndole la encerrona a más de uno, y si tú eres uno de esos, acógela con amor y tranquilidad, no le hagas el feo, no la mires con miedo o desprecio como si fuera algo indeseado…
Al contrario, permítete verla, escucharla, sentirla, experimentarla. Si es necesario llorar llora llora como mi amiga hasta que se te sequen las lágrimas y luego, ya vacío y limpio por dentro, podrás dejarla entrar a tu corazón para que te muestre todo lo bello que tiene para ti.
La soledad no es más que un momento contigo mismo, no le estás abriendo la puerta a nadie más que a tu propio yo… Y eso es precisamente lo que cuesta tanto, ¿no? “Enfrentarnos” con nosotros mismos. Dejar de culpar a otros o de responsabilizarlos por situaciones que solo dependen de nosotros, pero que siempre hemos delegado en alguien más.
Y eso no está mal, todos estamos aquí aprendiendo, todos. Nosotros somos como bebés en medio de este universo infinito, apenas estamos aprendiendo a VIVIR, aquí la edad biológica no cuenta…
Ustedes a un bebé no lo van a regañar por no saber escribir, ¿cierto?, porque no tiene por qué saberlo… Igual nosotros, nadie nos va a “castigar” por equivocarnos, pero sí nos corresponde aprender.
¡Felicitaciones!!! Has sido elegido para transformar tu vida
Si hasta ahora estás despertando no te presiones, al contrario, celebra que estás abriendo los ojos, que algo en ti hizo clic por fin. La soledad está ahí para que tú te veas y así como le sucedió a mi amiga, para que puedas sanar aquello que te lastima, para que puedas perdonarte por tus errores y perdonar a los demás, para que puedas ser generoso contigo desde el corazón, así aprenderás a amarte y conocerás el verdadero valor de tu vida.
Luego de eso no dejarás que nadie te haga daño, no porque nadie te vaya a lastimar, sino porque entenderás que el tema no es contigo, sino que es con ellos mismos.
Nadie logrará lastimar tu amor propio y tendrás la compasión suficiente para entender que todos estamos en un proceso de aprendizaje y que si alguien te hiere es tu responsabilidad quedarte ahí suplicando compañía o saber lo que vales y la vida que mereces y decir adiós cuando algo ya no te alimenta.
El amor propio nace de la soledad
Aaaay parceros, no saben cuánto quisiera que pudieran experimentar esto, en serio. Lo que yo escribo no es carreta, lo que yo escribo es porque yo así lo siento y es coherente con lo que he vivido.
Yo me siento un ser afortunado por mi vida, y no lo digo por lo que tengo en el sentido material, sino porque he aprendido a amar cada una de las experiencias que he tenido, las felices, las dolorosas, las aburridas, los momentos de vacío. Y quiero que ustedes lo hagan también, se los digo de todo corazón.
Se les quiere parceros.
Daniel Tirado / #BeachMoney
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