Parceros, ¿ustedes conocen historias de éxito después del fracaso? O ¿creen que las personas de éxito desde siempre fueron exitosas? Les diré algo: el éxito es un elemento constitutivo del fracaso. Evidentemente, algunos expertos me refutarían esta afirmación parceros; sin embargo, las historias de emprendedores, escritores, artistas y empresarios nos dicen lo contrario: el fracaso es una parte esencial del éxito.
¿Por qué rehuimos de las experiencias amargas? Creer que el fracaso es la peor experiencia que nos puede ocurrir es no comprender que los seres humanos estamos constituidos por luces y sombras. Para los Taoístas muchachones, el Yin y el Yang son los dos elementos que componen el universo y toda vida humana. El Yin es el lado oscuro de la montaña y el Yang el lado soleado. Como la montaña de los taoístas, nosotros somos luz y sombra parceros. El éxito y el fracaso son como la luz y la sombra, complementarios.
Tener miedo del fracaso es, automáticamente, tener miedo del éxito. ¿Por qué? Porque arriesgarnos a cumplir un sueño tiene dos posibilidades: triunfar o fracasar. No obstante, si nos paralizamos por el miedo, estaríamos fracasando de antemano y negándonos a nosotros mismos la experiencia y la posibilidad del éxito.
¿Ustedes le tienen miedo al fracaso parceros? No se culpen, esta experiencia es normal y todos hemos pasado por ella. Empero, estas tres historias de éxito después del fracaso que veremos hoy nos servirán para motivarnos y encontrar en esas otras experiencias un aliciente para no dejarnos paralizar por el miedo.
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El fracaso como aprendizaje
Como dijo el escritor Samuel Beckett: «Lo intentaste. Fracasaste. Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor». En el fracaso hay aprendizajes, lecciones de vida, enseñanzas. Nunca se aprende mejor sobre algo que en la adversidad y en el fracaso. Así pues, muchachones, los errores se pueden convertir en nuevas ideas, los tropiezos en nuevas metas y las pérdidas en nuevos comienzos. En esta sociedad en la que se evita el sufrimiento a toda costa y en la que nos exigen siempre estar felices, el fracaso se ha visto como algo supremamente perjudicial.
Desde pequeños nos enseñan que hay que ganar a toda costa, pero no nos brindan las herramientas para afrontar un percance, una derrota, un fracaso. Cuando nos convertimos en adultos, el mínimo fracaso que experimentamos se convierte en frustración. Por eso, para mí, los exitosos no son los que mejor usan los recursos que tienen a la mano, sino aquellos que mejor gestionan sus derrotas y fracasos y sacan de ellos las fuerza para continuar hacia sus metas y objetivos.
Básicamente, el éxito consiste en no darnos por vencidos ante los tropiezos y derrotas menchitos. Los sueños están un paso por delante de los fracasos; por esa razón, siempre hay que tener la disposición de dar ese paso hacia adelante así estemos derrotados. Recuerden que como dijo Henry Ford: «Los que renuncian siempre son más numerosos que los que fracasan». ¿Qué quiere decir eso parceros? Que muchas personas desisten, primero, sin haberlo intentando, y segundo, ante el primer obstáculo que se presenta en sus caminos. El fracaso también puede ser considerado como un aprendizaje y hay que empezar a darle el carácter positivo que merece menchitos. Cada fracaso le enseña a los seres humanos algo que necesitan aprender. Es tan sencillo como eso parceros.
El verdadero fracaso es cuando dejamos de intentar algo
¿Qué tal si empezamos a ver el fracaso como lo veía Thomas Alva Edison? Edison decía: «No he fracasado. He encontrado mil soluciones que no funcionan«. ¿Si ven como cambia un acto cuando lo pensamos desde otro punto de vista? Un fracaso, justamente, se debe entender como una solución que no funcionó.
En consecuencia, dejarnos paralizar por un fracaso es como morir por dentro. Perdemos las esperanzas, nuestros sueños se agotan y la vida se nos empieza a cerrar poco a poco. El verdadero fracaso es cuando dejamos de intentar algo. Como bien diría el escritor estadounidense, Elbert Hubbard: «Un fracasado es un hombre que ha cometido un error, pero que no es capaz de convertirlo en experiencia».
Fracasado nos aquel que hace algo y falla parceros, al fin y al cabo esa persona se arriesgó, apostó por algo en lo que creía y las cosas no le salieron. Sin embargo, lo intentó, y la experiencia y el aprendizaje derivados de ese fracaso pueden ser la bases para un futuro éxito. Lo anterior nos lleva a otra cuestión menchitos: el éxito no se cimenta en el aire. Inclusive, para que nosotros mismos triunfemos en un campo, otros en el pasado tuvieron que fracasar. Pensemos nomás en esos escritores y artistas a los que el reconocimiento les llega después de muertos. El no haber tenido éxito en vida no los hizo desistir de sus sueños y objetivos.
El éxito y el fracaso son dos elementos constitutivos de la experiencia humana. No rehuyamos de ellos. Aceptémoslos. El que renuncia al fracaso renuncia al éxito y el que renuncia al éxito nunca verá sus sueños hacerse realidad. La vida es una sola parceros. No se limiten por el miedo, algunas caídas son son el medio para levantarse a situaciones más felices diría Shakespeare.
Fracasos que derivaron en éxitos
Las historias que veremos a continuación, parceros, deberían tomarlas como una motivación para sus propias vidas. Estas personas, a pesar de las constantes derrotas y obstáculos que tuvieron que afrontar, nunca se dieron por vencidas. Estas historias son el ejemplo preciso de que el éxito está un paso por delante del miedo.
Abraham Lincoln
Abraham Lincoln tuvo que soportar tantas derrotas en su vida que los historiadores lo han llamado: El perdedor que llegó a ser presidente. Y no es para menos parceros, el que fuera el presidente número 16 de los Estados Unidos, a los 23 años fue derrotado en las elecciones de legislador y no pudo entrar en la facultad de derecho. A los 25 años fue derrotado nuevamente en las elecciones como legislador. Con 26 se iba a casar y su novia murió repentinamente.
A los 27 años, y a causa de la muerte de su novia, tuvo una crisis nerviosa y tuvo que pasar varios meses en cama. Con 29 años fue derrotado en las elecciones a Representantes del Estado, a los 34 fue derrotado en las elecciones al congreso y a los 37 años también. A los 45 años es derrotado para las elecciones al Senado y a los 47 es derrotado en las Elecciones del Partido Republicano para candidato a Vice-Presidente del País. (Obtuvo menos de 100 votos.) A los 49 años fue nuevamente derrotado para las elecciones del Senado y, finalmente, a los 51 años y después de toda una vida de fracasos y derrotas, es elegido presidente de los Estados Unidos.
¿Cómo la vieron pues muchachones? Esta es una de las historias de éxito después del fracaso más impresionantes que he leído. Es que hagan la cuenta menchitos. De los 20 a los 40 fracasando y a los 50 ser presidente de uno de los países más grandes del mundo. Cualquiera se hubiera dado por vencido, pero Abraham Lincoln, no lo hizo.
Walt Disney
Walt Elías Disney llegó con 40 dólares a Hollywood y con el fracaso en la espalda al haber llevado a su segunda empresa a la quiebra. A los 17 años, el que sería uno de los creadores de dibujos animados más famoso de todos los tiempos, migró a Francia y se empleó como conductor de ambulancia. Sin embargo, el trabajo era tan duro que decidió regresar a su país para vincularse a una agencia de publicidad en la ciudad de Kansas City.
En esa agencia conoce a Ubbe Iwerks y fundan su primera empresa tras quedar desempleados con 19 años. La empresa en cuestión se llamó Iwerks-Disney Commercial Artists y duró tan solo un mes, pues Disney prefirió tomar un trabajo estable que la inseguridad de su incipiente emprendimiento.
Con 20 años, junto a Ubbe Iwerks, produce sus primeras películas de dibujos animados y funda la compañía Laugh-O-Gram Films. Con una cámara prestada, Ubbe y Walt empezaron a realizar sus primeras películas animadas, pero la cosa duró tan solo 2 años. El principal proveedor de Laugh Films quebró y ellos también.
Con 22 años y tras el fracaso de su segunda empresa, Disney llega a Hollywood con 40 dólares y vive un periplo amargo al no conseguir empleo en los estudios de cine. Tras algunos meses buscando un empleo donde colocarse, decide fundar junto a su hermano Disney Brothers, la primera versión del emporio creativo Walt Disney. No obstante, no fue sino 5 años después de trabajo duro y sacrificios, que Disney Brothers empezó a ver rentabilidades y éxito. Estos llegaron de la mano del famoso ratón Mickey y la historia de ahí en adelante ya todos la conocemos. Blanca nieves, Los 7 enanitos, Pinocho y el Pato Donald.
Disney fracasó tres veces antes de lograr el éxito con su empresa muchachones. Lean bien, 3 veces. Aún así, no desistió y su experiencia es otra de las historias de éxito después del fracaso que deberían inspirarnos y motivarnos para no dar al brazo a torcer nunca.
Jan Koum y Brian Acton
Como bien les comenté en el artículo Empresas que no existían hace 15 años, WhatsApp es la segunda red social más utilizada del mundo con dos mil millones de usuarios activos. Para 2013, esta aplicación obtuvo un récord de descargas de 400 millones. Sin embargo, estos datos que parecen sacados de una historia de solo éxitos, fueron construidos por dos emprendedores que primero tuvieron que pasar por diversos fracasos antes de llegar a darle forma a su emprendimeinto.
Uno de los creadores de WhatsApp, Jan Koum, creció en una familia pobre ucraniana y migró con su madre a los Estados Unidos con 16 años. Ambos asistían a los comedores sociales y Koum tuvo que trabajar simplemente en lo que le saliera. Tras un consejo de su madre de que asistiera a la universidad pública, Koum se matricula en la Universidad Estatal de San José en California en la carrera de programación. Dicha experiencia le permitió hacer prácticas profesionales en Yahoo donde trabajó durante 9 años. Fue en esta empresa donde conoció a Brian Acton, su futuro socio y co-creador de WhatsApp.
Acton y Koum, cansados de la monótona vida de empleados en Yahoo, renuncian a sus plazas como ingenieros y comienzan a entregar hojas de vida en empresas como Facebook y Twitter. A ambos emprendedores los rechazan en el primer filtro de entrevistas e, incluso, Acton alcanza a Twittear:
- 23 de mayo de 2009 : Fui rechazado por la sede de Twitter. Está todo bien. Habría sido un largo viaje.
- 3 de agosto de 2009 : Facebook me rechazó. Fue una gran oportunidad para conectar con algunas personas fantásticas. Mirando hacia adelante, esperando la próxima aventura.
A pesar de los rechazos, los dos amigos continuaron buscando posibilidades de emprendimientos y trabajos. En aquel mismo año, Jan Koum, el joven ucraniano que a los 17 años comía en los comedores sociales, compra su primer iPhone y se da cuenta del gran potencial que tiene el desarrollo de aplicaciones móviles. Es así que en el 2009, Koum y Acton empiezan a desarrollar WhatsApp inspirados en Skype y Messenger.
Tras tres años de desarrollo y una acogida exitosa en todo el mundo, en 2012 Mark Zuckerberg decide citar a Jan Koum en una cafetería de Palo Alto California y le ofrece 19 mil millones de dólares por WhatsApp. Una cantidad bastante elevada para dos emprendedores que fueron rechazados en el pasado por Facebook y Twiter y que en menos de tres años ya eran multimillonarios. La historia de Koum y Acton la leí en el portal Steemit y ustedes la pueden encontrar en el libro: «Historias de fracasos y fracasados que cambiaron el mundo» de Demian Sterman.
El éxito y la punta del Iceberg
La teoría del Iceberg es una de las más famosas para ilustrar cómo el éxito no se cimenta en el vacío. En la punta del Iceberg está todo lo que el mundo ve de una persona exitosa: dinero, lujos, gustos, viajes, ropa, realización personal, empresas, autos, etc. Por otra parte, en el fondo del Iceberg, se encuentra lo que las personas no suelen ver: trabajo duro, fracasos, derrotas, persistencia, sacrificios, disciplina, determinación, riesgos y largas jornadas laborales.
La ilusión del Iceberg es la sociedad en la que vivimos ahora parceros. Una sociedad en la que todos queremos ser exitosos sin trabajar, sin sacrificarnos, sin entregar nada a cambio. ¿Cómo pretendemos ser exitosos si nuestros hábitos no son de éxito, si no salimos de la zona de confort, si no nos arriesgamos? La comodidad es buena muchachones, pero hay que tenerle cuidado, porque los hábitos mediocres se cultivan en la comodidad. Como nuestro contexto no nos exige nada, así mismo enfrentamos la vida.
No caigamos en la ilusión de la punta del Iceberg menchitos. Sepamos que detrás de toda historia de éxito hay sacrificios, trabajo duro y fracasos. ¿Ustedes están dispuestos a trabajar duro y a fracasar una y otra vez por sus sueños? Yo espero que sí muchachones porque sé que todos son personas capaces, preparadas y con mentalidades ganadoras. Piensen por fuera de la caja parceros, vean más allá de sus contextos y no se limiten por los recursos de los que disponen. Empiecen, arriésguense y la magia sucederá. ¿Qué les parecieron estas historias de éxito después del fracaso? Cuéntenme pues menchitos. Se les quiere mucho.
Un abrazo gigante.
Daniel Tirado / #BeachMoney
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