Qué más pues ome menchitos, ¿cómo los trata la vida en esta nueva normalidad? Yo por acá escribiéndoles a diario mientras escalo, siembro árboles y pruebo los mejores cafés de mi país. Como ya sabrán ustedes por mis redes, estoy en la tarea de reconectarme con el Daniel con el que empezó todo esto parceros. Y fue precisamente en una de esas maravillosas sesiones de escalada que se me ocurrió el tema para el artículo de hoy: ¿cómo usar las críticas a nuestro favor?
Cuando alguien nos critica o nos señala que estamos cometiendo un error nuestra primera reacción es la defensa parceros. Estamos familiarizados con la crítica como un ataque personal. Todo nos lo tomamos personal y aquello no nos permite ver que la crítica en ocasiones tiene un lado positivo. Y sé que muchos de ustedes dirán, Danny, pero qué lado positivo va a tener una crítica ome. Y los entiendo si piensan así. Encontrarle el lado positivo a las críticas es una de las tareas más difíciles que todos enfrentamos como seres humanos.
En la mayoría de los casos, el motivo fundamental por el cual nos afectan tanto las críticas tiene que ver con nuestra propia inseguridad. Mientras más inseguros estamos de nuestras capacidades, las críticas van a tener más control sobre nosotros. En la vida, parceros, es fundamental entender que algunas críticas tienen buena intención. Y más aún, saber que a través de las mismas podemos convertirnos en mejores personas y comprender cosas que de otra forma no hubiéramos comprendido.
Teniendo en cuenta lo anterior, les vuelvo a preguntar, ¿cómo podríamos usar las críticas a nuestro favor? Esto es lo que vamos a indagar hoy en este artículo y espero que ustedes puedan sacarle el mayor provecho. Así que a lo que vinimos parceros.
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El poder de las críticas: la historia de Enzo Ferrari y Ferruccio Lamborghini
Parceros, les voy a contar una historia para que ustedes vean cómo no usar las críticas a nuestro favor puede cambiar el rumbo de las cosas de manera drástica. Como ya todos sabemos, las dos empresas de autos deportivos más famosas de toda la historia nacieron en Italia. Inclusive, ambas fueron fundadas en una misma región de ese país: Emilia Romaña. Estas dos marcas están representadas por un caballo y un toro respectivamente. Dos fuerzas de la naturaleza que se enfrentaron en el mundo de los negocios.
Lamborghini
Ferrucio Lamborghini nació en Cento, Italia, y aunque su familia siempre se dedicó al cultivo de la uva, su padre era un aficionado de la mecánica y legó esa pasión a su hijo. Lamborghini, después de servir en la Real Fuerza Aérea Italiana en la segunda guerra mundial, vio una oportunidad en transformar los miles de autos bélicos destinados a la guerra en tractores para granjas y máquinas de agricultura. Su emprendimiento fue todo un éxito y le dejó tantas ganancias que Lamborghini empezó a comprar los autos deportivos más exclusivos de la época: Alfa Romeos, Lancias, Maseratis y Mercedes Benz.
En el año de 1958, Ferrucio compró su primer Ferrari, un 250GT. Este primer auto le valió para hacerse aficionado a Ferrari y aumentar su colección de esta marca. Era tanta le devoción que sentía Lamborghini por Ferrari que hasta trató de introducirse en el circuito de carreras profesionales; sin embargo, le pudo más su pasión por la mecánica. Precisamente, este último punto fue vital para que Ferrucio empezara a encontrarle pequeños detalles de fabricación a los Ferraris deportivos que podrían mejorarse. A ojos y oídos de Lamborghini, los Ferraris eran muy ruidosos y toscos para maniobrar en carretera. Habiendo notando estos detalles, Ferrucio creyó que podría mejorarlos haciéndole una sugerencia de fabricación a Enzo Ferrari; al fin y al cabo vivían en la misma región de Italia.
Ferrari
Enzo Ferrari siempre fue un aficionado a las carreras de autos desde que su padre lo llevó a una exhibición en Módena, en el año de 1908. Desde aquella tarde en la que vio competir al famoso piloto Vincenzo Lancia, se volvió adicto a los autos de carreras y despertó su interés por la mecánica automotriz. A los 17 años, Ferrari fue obligado a prestar el servicio militar y aunque tenía dotes mecánicas adquiridas años atrás en la escuela de mecánica automotriz, sus superiores lo destinaron a herrar mulas para el servicio de caballería.
Con 20 años, Enzo Ferrari termina su servicio militar y trata de entrar a las filas de la compañía automotriz Fiat como mecánico; sin embargo, lo rechazan tajantemente. Tiempo después, ingresa a una fábrica de autos modesta en Milán llamada CMN y allí logra comprar su primer Alfa Romeo, un auto modificado para competir en carreras. Tras algunas carreras ganadas, Alfa Romeo contrata a Ferrari para competir con sus autos y lo nombran responsable de las actividades competitivas de la compañía. De esa manera nace la famosa Scuderia Ferrari.
A pesar del pequeño éxito de Ferrari con Alfa Romeo, la segunda guerra mundial estalla en Italia y Enzo es obligado a trabajar en el gobierno de Benito Mussolini como mecánico. Al terminar la segunda guerra mundial, Ferrari funda su propia compañía automotriz y se convierte en una de las marcas de autos deportivos más famosas a nivel mundial.
Enzo Ferrari y Ferrucio Lamborghini
Unos doce años después del final de la segunda guerra, Ferrari ya era el principal referente de los autos deportivos de alta gama en toda Europa. Por esa época, en el año de 1959, uno de los Ferraris de Ferrucio Lamborghini se descompuso. Acto seguido, echando mano de sus dotes de mecánico, Lamborghini se dispuso a arreglar su auto. No obstante, al desmontar el embrague, se dio cuenta de que era del mismo tipo que él usaba para sus tractores. Impresionado con semejante hallazgo, se dirigió a la fábrica de Ferrari en Maranello para entrevistarse personalmente con Enzo.
Una vez Lamborghini tuvo a Enzo Ferrari delante de sus ojos, este le hizo una sugerencia acerca de cómo podría mejorar la resistencia de sus embragues ya que «él mismo trabajaba con modelos de ese tipo para sus tractores». Al escuchar aquella sugerencia, Ferrari montó en cólera y contestó: «un fabricante de tractores no me va a enseñar a mí cómo hacer coches deportivos». Ante dicha respuesta, Lamborghini se sintió completamente humillado y esa fue su principal motivación para «construir un auto mejor que un Ferrari».
Al constructor de tractores solo le valieron cuatro meses para producir el Lamborghini 350 GTV en el Motor Show de Turín de 1963. Para finales de 1964, Lamborghini había vendido sus primeros 13 autos deportivos. Desde aquella época, Lamborghini se convirtió en competencia directa de Ferrari y, en muchos aspectos, superó a la compañía de Enzo.
De acuerdo con la revista Entrepreneur, «en 1966, Lamborghini presentó el Miura, un modelo que implementaba el motor central V12 que en un principio fue despreciado por Ferrari. No obstante, se vio obligado a implementarlo cuando las demás marcas deportivas empezaron a obtener resultados positivos en las carreras». De ese modo, el largo plazo terminó dándole la razón a Ferrucio sobre cómo se podían fabricar autos deportivos con materiales de más calidad y herramientas más innovadoras.
Cuando recibimos una crítica tenemos dos caminos: el rechazo o usarla a nuestro favor
En palabras de la revista Entrepreneur «la historia de estos dos italianos deja buenas lecciones sobre el trato que se les debe dar a los clientes insatisfechos porque uno nunca sabe quién puede convertirse en la competencia» Y si bien esta afirmación tiene mucho sentido, la principal enseñanza de esta historia tiene que ver con el tema que nos compete hoy a nosotros parceros: ¿Cómo usar las críticas a nuestro favor?
¿Cuál creen ustedes que hubiese sido la historia si Enzo Ferrari en vez de reaccionar de manera negativa a la crítica o sugerencia hecha por Ferrucio Lamborghini hubiera reaccionado positivamente? Lo único que logró Ferrari con su reacción fue darle la motivación a Lamborghini para crear autos mejores y convertirse en su competencia directa. Como bien dijo el historiador romano Cornelio Tácito: «El hombre que se enfada por las críticas, reconoce que las tenía merecidas».
Cuando recibimos una crítica tenemos dos caminos: el rechazo inmediato o usarla a nuestro favor para convertirnos e en mejores personas. Según el escritor alemán Goethe: «Es gran virtud del hombre sereno oír todo lo que censuran contra él, para corregir lo que sea verdad y no alterarse por lo que sea mentira» Si no existiera la crítica muchachones sería muy difícil cambiar para bien, porque creeríamos que todo lo que hacemos es correcto o no es digno de mejorarse.
Si Enzo Ferrari hubiera corregido lo que era verdad y no se hubiera alterado por lo que era mentira, ¿qué hubiese pasado? Quizá Lamborghini no hubiera creado autos deportivos y Ferrari se hubiera consagrado como la compañía más famosa de autos deportivos del mundo sin competencia alguna. No obstante, aquello no sucedió, Ferrari fue reactivo y desató la ira de Lamborghini. Este último se convirtió en su principal competidor y demostró que no solo tenía razón sino que la actitud de Ferrari había sido completamente equivocada y grosera. Ferrari no supo reaccionar a una crítica constructiva y terminó pagando las consecuencias.
¿Cómo soportar las críticas y usarlas a nuestro favor?
En ese orden de ideas, siempre es muy importante identificar los detalles positivos que tiene una crítica y no quedarnos solo con lo negativo. Si enfocamos nuestra energía en este último aspecto es muy probable que nos suceda lo que le sucedió a Enzo Ferrari: no ser capaces de reconocer que podemos mejorar nuestros procesos, actitudes y acciones frente a la vida o el trabajo. Por otra parte, no aceptar una crítica constructiva supone un egoísmo narcisista, es prácticamente cerrarse a la posibilidad de que uno se puede equivocar en tanto ser humano. No aceptar una crítica es decir: mírame, yo soy perfecto. Y como todos sabemos, los seres humanos no somos perfectos. Estamos constituidos por luces y sombras, miedos y sueños, errores y virtudes.
Por consiguiente, yo estoy casi seguro que la diferencia más grande entre las personas exitosas y las personas que fracasan radica en el modo en cómo gestionan las críticas. Salomón fue sabio porque escuchaba sugerencias decía mi abuela y yo creo lo mismo menchitos. Una persona que pretenda ser exitosa debe estar abierta a escuchar y a cambiar, debe tener claro que los demás también pueden tener razón y que aceptar una crítica puede ser el primer paso para mejorar en cualquier aspecto de la vida. Desde mi punto de vista, hay cinco pasos fundamentales para empezar a usar las críticas a nuestro favor y aprender a soportarlas. ¿Les gustaría conocerlos en detalle? Vamos a ellos.
No se pongan a la defensiva parceros
La principal reacción que todos tenemos al recibir una crítica es defendernos. ¿O no es así menchitos? Cuando recibimos alguna sugerencia, comentario o crítica nuestro cerebro automáticamente activa las alarmas. Este proceso es bastante normal porque es la forma en la que nuestro autoestima y orgullo se defienden.
En consecuencia, lo primero que solemos pensar cuando nuestro interlocutor nos brinda una crítica es que está equivocado y que nosotros estamos haciendo las cosas bien. Ponernos a la defensiva hará que nos cerremos ante cualquier aprendizaje. Por ende, el primer paso para usar las críticas a nuestro favor es no ponernos a la defensiva. Como diría Goethe, hay que saber escuchar, quedarnos con lo bueno y desechar lo malo de las críticas.
No reaccionen inmediatamente
Las reacciones apresuradas en momentos de tensión siempre terminarán en peleas o disgustos. Ante una crítica hay que respirar muchachones, darle tiempo a nuestro cerebro de que asimile la crítica y no responder con rabia. Lo anterior no solo nos permitirá usar las críticas a nuestro favor sino encontrarle el lado positivo a las mismas y aprender a soportarlas de la mejor manera. Recuerden que como dijo William Shakespeare: «es mejor ser rey de nuestros silencios que esclavos de nuestras palabras».
No proyecten sus inseguridades en la crítica
Uno de los errores que más cometemos cuando recibimos una crítica es proyectar nuestras inseguridades en ella. Esta, precisamente, es la principal razón por la cual nos tomamos cada crítica como un ataque personal. Si nuestro jefe en la oficina nos dice que a nuestro informe le falta algo nos decepcionamos, si nuestra pareja nos dice que podríamos mejorar en la relación nos frustramos y si algún amigo nos hace una sugerencia acerca de nuestro comportamiento lo tomamos como una ofensa. Inclusive, al proyectar nuestras inseguridades en la crítica, tomamos comentarios que muchas veces son constructivos como destructivos.
Identifiquen la fuente de la crítica
Ahora bien parceros, no toda crítica es positiva ni constructiva, por esa razón, se hace fundamental identificar la fuente de la que proviene. Hacerse preguntas cómo ¿por qué me lo está diciendo? ¿En qué tono me lo está diciendo? y ¿Tiene alguna razón para decírmelo? son cuestiones que nos ayudarán a identificar dicha fuente. Aquello nos servirá para restarle importancia en caso de que sea una crítica destructiva y para no caer en tensiones o agresiones verbales. En una discusión el sabio calla y el necio acusa, nunca lo olviden.
Quédense con lo útil y olviden lo dañino
Parceritos, hasta las críticas más despiadadas pueden tener algo de verdad en su contenido. Sin embargo, como les decía anteriormente, el cerebro defiende nuestro orgullo y autoestima remitiéndose más a la forma que al contenido. Cuando una crítica tiene una forma que no es la adecuada, pero en su contenido tiene mucho de verdad, casi siempre la rechazamos. Quedarnos con lo útil y olvidarnos de lo dañino es coger ese contenido positivo que nos podría servir y no rechazarlo de antemano solo porque fue expresado de una forma agresiva o poco empática.
En última instancia, nosotros mismos debemos hacer un balance acerca de si aquello que nos dijeron podría ayudarnos a cambiar algo de nuestro comportamiento. Nosotros debemos ser nuestros mejores críticos y los demás simplemente nos proporcionan las pistas para que cambiemos nuestro comportamiento. No es fácil aceptar las críticas y mucho menos saber cómo usarlas a nuestro favor, pero sólo aceptándolas y sacando el contenido positivo y útil de ellas podemos convertirnos en mejores personas.
Las críticas también construyen y definen el carácter menchitos, no rehuyamos a ellas, aceptémoslas como un regalo de parte de quien nos las brinda y crezcamos a nivel espiritual, personal, familiar, amoroso y laboral a través de ellas. Tanto la crítica como la autocrítica son fundamentales en todo tipo de relación humana. No pretendamos ser perfectos ni evadir nuestros errores, en todo ser humano habita la luz y la sombra, de ellas parte el equilibrio y la armonía del mundo. Usemos las críticas a nuestro favor y aprendamos de ellas. No caigamos en el error de Enzo Ferrari. Escuchemos con atención y actuemos con inteligencia. Se les quiere parceros.
Un abrazo gigante.
Daniel Tirado / #BeachMoney
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